lunes, 1 de junio de 2009
La groupi (o la perversión del beso)
Ayer salí y me fue bien. Siempre me va bien. Es muy entretenido ser feliz. Parece que sufro y gozo como si la vida me perteneciera. Tengo problemas (solo por la envidia que inspiro en algunos corazones estrechos y pusilánimes) con esto de estar viva y estoy segura que los tendré cuando esté muerta: vampira, fantasma o animita. Yo prefiero seriamente la última, pues me creo santa. Una santa de los valores más olvidados. Una cancerbera de las pulsiones más extremas y milagrosas. Y me resulta y tú lo sabes porque pegadito viene eso de ser santero y volverse loco, algunos creen incluso en la intuición... y terminan por hacerle caso a los oráculos y a los elfos. Ayer lo pasé bien con un niño de 16 (Bob Patiño, mi vecinito Rude Boy) con unos dredlocks naranjos natural y un cuerpo firme, delgado, como el de una muñeca nueva. Obviamente no pasó de un par de reggetones bien aturdidos, interpretados vehementemente, con un desesperado intento por transformarme en una adolescentucha satánica y pokemona, poniéndole color con esos besos absurdos y urgentes. Luego, un serbio con los ojos redondos petroleros, y una piel obscura como un desierto en la noche. Alto, bastante sorprendido por lo que le deparó su destino romántico por unos segundos. Finalmente y con la clara convicción de que el amor es una ilusión, comencé a bailar con mis amigos, con quienes hay un desafío filosófico y no corporal, hasta que mi tonto corazón, se hundió seco en el rostro de un lituano- alemán, llamado Askan. Era un fenómeno de hombre. Y por lo tanto era también cotizado en el mercado de las castas. Estaba "en la misión" Techos para Chile y era diseñador industrial, jugaba rugby, y usaba un paño rojo en la cabeza. Jugaba con él coquetamente y se cubría la boca. Ahí parecía un anarquista ruso bombardeando el Kremblin justo en la perestroika con la pura mirada asiática boreal. Las apariencias engañan y las fantasías me calientan. Pero llegado un momento, paré, como si se tratara de una realidad virtual donde al ganar el máximo puntaje se cae en cuenta de que se ha conseguido llegar al límite de la poncietud. Elevada a diosa poncia milenaria veo el vacio, el “tan lejos tan cerca” de la relación hombre-mujer, mujer-mujer, hombre-hombre y todas las demás variantes gracias a la cinematográfica de Almodóvar y las clínicas estéticas. Y entonces: "me voy", que estés bien, cuídate y pucha, quizás por facebook, “amigo”. Y listo. Sin manchas de sangre, ni olores a mierda, ni ternuras matutinas, ni peleas de madrugada, ni infidelidades, ni frustraciones, ni locura temporal, ni ilusión temporal. Soldado que arranca sirve para otra guerra. Eso fue ayer. Hoy de nuevo lo pasé bien, quizás mejor. Hasta que te vi. Entonces decidí irme. Rauda y veloz como un témpano meteórico y furioso dejando un halo de escarcha derritiéndose a mí paso. Tu con un grupo, todos oscuros como una noche con boca de lobo. Antes lo pasé bien como te contaba. Bailé como una loca con Tonino. La marilyn le gritaba: Tonino Care toni¡¡¡ Tonino Care toni¡¡¡ Desafiando nuevamente a los start con desenfadado vozarrón. Estaba Ilabaca. Ya veía que volvía a hacerla callar horrorizado con un “guatona culeá” y yo contestándole que “acá todas somos esbeltas”, como ocurrió en el concierto de Alvaro Peña.
Es que algunos snob, aunque sean manager para Latinoamérica y el Caribe, jamás entenderán lo que es el punk-rock. Luego, entré a la Radio Placeres, donde aún me soportan y los que no, se quedan piolita, y saludé a todo el mundo. Subí detrás del escenario del teatro Mauri y me encontré con todos chupando y muy repatuda me lancé con un: ¡¡A MANYIARE TONINO¡¡ y él me abrazó como si me conociera de años y me empezó a contar sus memorias. Jajajaja. Una pinta de típica periodista groupi. Y ahí está mi maldición. Que no es la pinta, es la médula. Alguna vez fuiste un personaje público realmente interesante (mucho más que un político, o mejor dicho, un “operador político laguista”) y era ahí cuando yo me derretía por ti. Por tu anfetaminado discurso, por tu ron de cuneta, por tu chaqueta de escolar mediocre y vagabundo. Olvidaste que no hay que perder el estilo. Partiste mal con eso de los pólar que mandaste hacer como genial idea para las Escuelas de Rock. No te diste cuenta que uno puede hacer hasta la presentación del libro de Lagos, y que mientras se siga vistiendo como un pordiosero o saliendo disfrazado de Tatú en el pasquín más ondero del planeta, se sale incólume y redituando beneficios insondables. Nos besamos muchísimo. MMM. Tonino es el hombre más increíble del mundo. Más que Adanoski y su picomagia, más que Jorge González y sus apretones afrodisiacos en la cintura, más que tú, ciertamente. Y no hablo por el tamaño del pene (haciendo la excepción con el niño genio de Santa Sangre) porque como te habrás dado cuenta, estoy relatando experiencias perversas, en la dimensión del beso y el romanticismo pusilánime de los pajeros salvajes. ¡Qué onda que tiene ese Tonino Carotone¡: "Porqué voy a creer yo en le amor, si me traiciona y me abandona cuando mejor estoy", o cuando se disculpa a sí mismo porque es un “campesino” (cover de José Feliciano), y aparece mi padre con su cara de huaso, y entiendo que Tonino es nada menos que Un Hombre. Que buen libro ese de la Fallaci. Quizás primera vez que beso a uno. Y más lo pienso después de los tórridos ósculos con Bob Patiño, el menor de edad, que me enseñó que un cuerpo duro y plastificado de limpio, es menos interesante que el corroído y barsa de un ser humano con las contradicciones resueltas, porque esas dudas maracas quedan para los pendejos calamaros. Fue eso y me fui.
Salí de detrás del escenario del teatro Mauri y volví a entrar porque estaban los amigos de siempre. Bailé con una punki deliciosa, de pelo rojito como la manzana pendenciera, le lamí sus hombros hasta que comenzando Sonora de Llegar, decidí irme, pues había sido suficiente. Terminar el concierto casi con ataque de asma, completamente desnudo mi torso, y con mis pertenencias siendo agitadas en circulo en símbolo de total y completa ausencia de sentido. Y mi heroísmo, que siempre va más allá. Los atraques con Tonino, mis braguitas y el deleite de sus dientecitos separados como los de Madonna, o Luis Miguel. Y ya saciada, luego de ser la groupi, y de las caricias lésbicas y subversivas con mi punki pokemona old school, viniendo hacia afuera, te vi como un cuervo entre más cuervos. Todos oscuros y acomplejados, urdiendo un plan macabro trazado en coordenadas similares a "la venganza de los nerds". Corrí despavorida, casi con terror, y luego me metí al negocio de los nerudas y me compré medio litro de cerveza. Tanto ajetreo me hizo sentir sed. Pero un tipo que se hizo pasar por un mafioso líder, papión máximum, acorazado de los saques, me ofreció su protección. MALDICIÓN. ¿Por qué? ¿Por qué me persiguen los licantropus? Los homínidos neandertal, los patriarcas absurdos que se creen que ellos mismos constituyen una estructura capaz de contener algo. Cagás, qué se han imaginado. Y le compré por lástima una chela, y se la pasé diciéndole que no me webiara , que se pegara los gomazos, que si tenía pa regalarle yo a él un copete, también tenía para irme y para comprar drogas sin su inmundo asistencialismo, y me dijo indignado una frase similar a "Había una vez" para contarme un ridículo mito, una hazaña imaginaria y fome, entonces, eyectada por la soledad, me subí a un taxi hasta la calle más antigua de Valparaíso, para escribirte y contarte todo esto. Espero aprecies mi honestidad. Yo de la tuya funcionaria, simplemente ya no me fío.