viernes, 14 de agosto de 2009
El azul movimiento de un denso cariño
la ballena nada en un estanque lleno en un acuario inmenso
se sumerge y luego avanza hacia la superficie
entretenida o absolutamente desesperada
no es un un pecesito naranjo de restaurante chino
donde parejas ilegitimas comen guantán mientras atoran sus pasiones con soya negra
está ahí gigante y atrapada
azul y densa una roca se mueve
y yo camino por el fondo con una pestaña dentro de mi ojo izquierdo
derramada como si se tratara de un acto erótico
un pelo largo y negro como espina en la pupila clavada
mientras el agua se pone espumosa
y me lloran los dos ojos
sumergida como en los cuerpos ajenos el agua me envuelve y se enreda como si de dedos se tratase
y embriagada
mi placer se va en cada H solitaria y en una O desparramando
sin sentido ni dirección
son la inmovilidad y certeza necesarias para radicarlo en mi pecho
trascendida hacia el lomo de la ballena
mi espacio se reduce a un páramo concreto
la ballena se pone estática y más parece una montaña o una pirámide sometida a la historia
su tamaño la invade y no se sabe que piensa
mas su transcurrir es visible
evidente
me deja cabalgarla
se dona como un buenas tardes
como aquellos avistamientos
siendo ovnis en las playas cálidas antofagastinas
arrojando ámbar en ofrenda fúnebre por las costas de Quintay
Arcaica y terrible se nos tuercen los ánimos en compleja disposición de piezas:
una vergüenza acá, una envidia allá, una natural congoja, un estornudo incapaz de secretar sustancia, una voracidad sacrílega y poluta, un tierno bostezo litúrgico que se deshace luego en otras bocas...en cannon danzando los sueños en suaves arcadas...
un cariño que espanta a los habitantes terrestres
la ballena recorre en dos brazadas su universo
estamos congregadas a la imposibilidad de un minúsculo espacio
y eso se usa como si fuera un milagro
nos amamos en un abrazo anatómicamente disparatado
única proeza de la que seremos capaces
desconociendo los fisgones que se aparcan en la vitrina
la intimidad nuestra es imprevisible en su total quietud
me nada debajo
y sumergida parece abanicarme el consuelo de su extensión cetácea