martes, 13 de noviembre de 2007

Bolsillos vacíos = Camas vacías


La economía transversal a cualquier actividad humana veredicta que el amor para ser amor, o el placer para ser placer, deben estar mediados por algún billetito que demuestren el trabajo duro y la compra hecha con “el sudor de la frente” y a varias cuotas.

En un Chile desde siempre patriarcal -evidente en la asimetría entre roles- el asentamiento del capitalismo aseguró la permanencia de los patrones de comportamiento y la comercialización de lo erótico, desarrollando una dependencia contractual entre quienes quieren sentir placer, o gozarse, aunque éstos mantengan un vínculo afectivo. Así, se ha ido perdiendo poco a poco la poesía. Basta con ver los clichés que nos dominan a la hora de hablar sexualidad. El motel, la flor con los chocolates, los martes femeninos, patronato y su ropa interior china, cine Premium, o peor: “Morandé con Compañía” o el 14 de febrero Día de los Enamorados. Todas maneras para asegurar, más que un coito, una deuda. Ya las cosas no fluyen. Las largas e improductivas horas de trabajo mal remunerado, han frigidizado a hombres y a mujeres, cauterizando relaciones abiertas a sangre y fuego.

Sexy show

La industria televisiva, nada progresista, transforma el erotismo y la sexualidad en una entelequia, castrando la praxis del amor. Con este planteamiento podemos entender la programación que implementa Ricardo Claro en su canal, completamente coherente con la derecha conservadora y moralista, que obliga a conformarse con la “fantasía virtual” convirtiendo en patología los deseos no canalizados.

La obsesión por la quinceañera cachonda y tierna de Mekano, o por la voluptuosa mujer fatal del horario estelar, además de frustrar, pues no corresponde a la realidad amorosa de la teleaudiencia, los hace sentir pecadores, gestando una extraña complicidad basada en el placer culpable, que los insta a ver, también, al cura inquisidor y al periodista CNI.

El erotismo “chilensis” en la pantalla catódica, como cualquier tema que aparezca dentro de la cajita rectangular, es timorato, de doble estándar y regulado por el mercado y la publicidad. Si la musa del “Kike” es una rubia, con senos redondos y puntudos aún estando recostada, o la ejecutiva de moda es una decidida y poderosa política progresista, seguramente el ciudadano común se sentirá infeliz y confundido con su leal, sumisa y casera “petisita”.


Toi e mua
El famoso “pollito al velador” se sirve por lo menos para cada aniversario hasta a las parejas más conservadoras de Chile. La cultura motelística, si bien no nació para celebrar las uniones bien constituidas, ha servido de buena alternativa para “echarse un polvito como Dios manda”. La precaria realidad habitacional, la prole y su bochinche, la rutina y el carácter pudoroso y des-creativo, queda tras la puerta de estas habitaciones. El motel es una expresión que retrata nuestra idiosincrasia arribista, clasista e incluso fascista. Piezas al estilo romano, con columnas y palmeras al interior, o al talante de Luis XIV, que si no fuera por el yacuzi, sería idéntica a la suite papal donde expiró el mensajero del amor y donde, actualmente, el papa Ratzinger hace sus evocaciones divinas. O camastros clínicos, muros con espejos y sogas, prendas de látex en las cajoneras y en el televisor el “guante negro” haciendo una actuación digna del premio de la academia “focaultiana”. Patentes expresiones del flagelo, la tortura y el abuso de poder.

I love you
La festividad de San Valentín, es yankee, pero tierna, como la navidad y su viejito pascuero. Una fecha para el sobregiro y la demostración afectuosa del amor. El erotismo surge como un artificioso mazapán, un globo rellenado con helio, o un peluche cargado de ácaros. La economía transversal a cualquier actividad humana veredicta que el amor para ser amor, o el placer para ser placer, deben estar mediados por algún billetito, que demuestren el trabajo duro y la compra hecha con “el sudor de la frente” y a varias cuotas.

Estadísticas para quedar “cacho e’ paragua”
El estudio efectuado por la agencia BBDO en 1997 en mujeres de 25 a 55 años pertenecientes a todas las clases sociales, reveló que el 75% de ellas “tiene una vida sexual insatisfactoria y disfuncional”. Aunque han pasado varios años de esta encuesta, me atrevo a decir que nadie afirmaría que esta situación ha mejorado. Los hombres por su parte, cargan con el estigma de ser los “machos cabrios”, los “scout de amor”, los proveedores natos, y todas esas figuras patriarcales que estereotipan al hombre negándole su esfera sensible y su espacio íntimo.

La escasez de tiempo no permite el paseo por la playa, porque la valoración del dinero como bien supremo devalúa el heladito a medias, o la cartita en un papel de servilleta. Las expectativas mercantiles lubrican por el auto último modelo y la casa de más de 4000 UF. En este caso ni el “porte” es tan relevante.
Me viene a la memoria entonces la canción de Calamaro “No se puede vivir del amor... “eso te dijo la chica que te dijo que No”

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