martes, 19 de enero de 2010

Neopopulismo ALIVE¡




El mundo no se acabó el 18 de enero, por lo cual muchos tendrán que “habérselas” con lo que la chusma inconsciente decidió en forma democrática, como lo estila la tradición republicana que tanto nos enorgullece, y como “al mal tiempo, buena cara” tomémonos con Andina los cambios en el estilo que se vienen durante el bicentenario. Quizás se pueda sacar algo en limpio, mientras algunos transiten por un desierto reducido de 40 a 4 años.

En este momento tenemos un presidente electo de derecha con claros rasgos neopopulistas, ya que cumple con las tres características esenciales según Wikipedia:

Un discurso crítico hacia las élites establecidas. Se responsabiliza de los problemas sociales, de la mala gestión de las elites establecidas en el poder y, para ello, reivindica figuras dicotómicas del tipo amigo/enemigo (como, por ejemplo, pueblo versus elite, pobre versus rico o indio versus blanco).
El uso de técnicas avanzadas de ingeniería política (encuestas, focus group, etc.), la estructura partidista pasa a un segundo plano para convertirse en movimientos de apoyo al líder.
La preponderancia de una mediación entre líder y masas a través de los medios de comunicación de masas (preferentemente, la televisión). Se acrecienta la relación mediática propia del populismo clásico, pero ahora se recurre a nuevas técnicas de marketing y de teatralización, de modo que el liderazgo personal carismático y los mensajes televisivos adquieren una mayor preponderancia.

Sumado a esto, el discurso con el cual Sebastián derrotó a la Concertación, fue universalista, aglutinador, siendo su frase característica en la apertura de cada uno de ellos la que rezaba: “miles y miles de chilenos”, consiguiendo de esta manera apoderarse de la psiquis colectiva de quienes no se sentían plenamente identificados con el proyecto oficialista. También podemos mencionar la bandera chilena de proporciones bíblicas, más propias de una ferviente hinchada de fútbol, y el familión siempre sonriente y saludable que se desplegó como telón de fondo durante su larguísima campaña por la primera magistratura.

Me fue inevitable recordar a Perón y Evita, por su imagen de matrimonio perfecto, besucones de señoras entradas en carnes y guagas pegajosas.

A pesar de la intrincada historia política del país vecino, siempre he pensado que los hermanos argentinos tienen una cultura política mucho mejor que la nuestra, a pesar de que nadie entienda muy bien como operan los poderes tras la cordillera.

El nivel de organización de base es muy superior al nuestro: existe un montón de instancias de autogestión y contraculturales en alianza con universidades que no han sido cooptadas por el Estado, aunque una facción de las Madres de Mayo demuestre lo contrario. Es envidiable cómo se empoderan de las calles cuando existe la menor sensación de injusticia, o los servicios no funcionan con la calidad que un usuario se merece; el Transantiago si hubiese sido el Transbuenosaires, de seguro causaba una cruenta guerra civil.

Muchos amigos trasandinos me han explicado que esta conducta radica en la administración peronista, pues aunque resulte fachista gobernar para el pueblo, pero sin el pueblo, dio garantías sociales efectivas, otorgado coherencia al concepto de “ciudadanía”. El ciudadano otorga su poder individual a una instancia superior, denominada Estado, el que lo acoge dándole protección y asegurando que sus necesidades elementales estén cubiertas. El rol que este posee no es otro que el mencionado, pues si no, no se justifica su existencia. Es decir, si tu padre es un mal padre, mejor hubiese sido no tenerlo. Pues así los argentinos comprendieron que habían derechos de gratuidad de la educación y la salud, así el gobierno sea una mierda, propia o ajena. Las demás reivindicaciones corren por cuenta de cada individuo que puede corregir las deficiencias con autogestión.

En Chile es al revés. El clientelismo fue la forma para conseguir resarcimientos, y lo elemental quedo por cuenta de cada uno, haciendo un negocio de la salud y la educación. Es por eso que continuamente tengo la idea que un gobierno populista y paternalista como el de Perón, sería una solución efectiva para comenzar a entender cuales son los beneficios de estar suscrito al pacto social, que te convierte en súbdito de una nación. Es por eso que es preferible verle el lado amable a lo sucedido y comenzar a ver que no solo la aleccionada será la finada Concertación, sino también esa ansiosa chusma inconsciente que por fin consiguió el vértigo que ambicionó bajo un arco iris durante tantos años. Esta vez bajo un cielo raso y con la certeza que Piñera por muy neo populista no nos regalará educación gratuita, tocará hacerse cargo de lo que políticamente decidió la chusma inconsciente, usuaria de LAN, televidente se SQP y con ínfulas de especulador financiero.