Antropofagia cultural y mi novia nazi
Es un hecho de que Moisés pasó toda su juventud y parte de su adultez siendo egipcio. Conoció su cosmovisión, gozó de su educación y boato, pues era sobrino del faraón. Según el film Los Diez Mandamientos, protagonizado por Charlton Heston en el rol de "Moises", su principal motivo para “darse vuelta la chaqueta” fue un lio de faldas con su hermano Ramsés II, con quien se disputaba, además de la hembra, el trono, y con ferviente eficiencia, pues fue Moisés quien anexó territorios y el que construyó la mayoría de las edificaciones que perduran hasta hoy.
Su megalomanía lo llamaba a ser más que un buen rival y en cuanto se enteró de su verdadero origen, de opresor pasó a libertador de un pueblo que se hacía llamar “elegido”. La pugna entonces pasaba de ser la envidia y chimuchina amorosa, a una guerra santa. Mejor panorama para su venganza y mayores posibilidades de victimizarse a los ojos de su amada.
Los de raza oscura que habían logrado someter a clanes blancos sin organización politico-religiosa, se vieron obligados a desaparecer por una rebelión que llegaba desde la cumbre de la pirámide, pues fue el sobrinastro de Ramses I quien capitalizó el descontento de los esclavizados para desbaratar el imperio egipcio.
Ya todos sabemos lo que sigue. Moisés se convierte en un brujo capacitado para convertir un bastón en arma de destrucción masiva, diestra en abrir mares y de envalentonarlo para recorrer 40 años por el desierto junto a pastores apátridas bastante volubles, ya que sus costumbres pendulaban entre la adoración a un vellocino de oro y la completa convicción del Dios único y todo poderoso revelado a los pies del monte Sinaí, donde el mismísimo Dios le otorgó al "padre de los judíos", Moisés, la Constitución o tablas de la Ley, que se conocieron finalmente como Los Diez Mandamientos.
Esta historia primigenia en las bases de la civilización occidental, nos da las primeras claves del modus operandis judío, en donde la antropofagia es la que ha sido y seguirá siendo, la estrategia para la sobrevida de esta gran secta, que depreda culturas para apropiarse de su destino "escrito" por obra y gracia de un Dios monolítico y falototémico, movido por un afán de poder político por medio del mito religioso.
Jesús, el rey de los judíos, fue crucificado por órdenes de los fariseos, que por medio de él impusieron su voluntad política frente a los romanos, y luego ésta misma figura mitificada les sirvió para desbaratar de una vez por todas al imperio.
Es cierto, luego de que la técnica se encargara de reducirlos, mostrando la crudeza de la industrialización belicista que dejaba en el pasado las luchas cuerpo a cuerpo, es difícil sostener el argumento recientemente señalado. El Holocausto con sus muertos, sean 4 mil o 6 millones, ha otorgado una eficiente "carta blanca", y con ello una justificada victimización, afianzando su identidad sufriente de “pueblo elegido” en búsqueda de justicia.
Los sionistas han sacado provecho de esta posición de debilidad consiguiendo concesiones y pudiendo aliarse con el poderío estadounidense, que hoy por hoy los eleva a ser los dueños de este mundo, y lo que es aún más importante, quedar a ojos internacionales como los buenos de la película. Mucho ha hecho la industria de Hollywood al respecto; logró generar una imagen de perseguidos por antonomasia, pero ¿se ha sido fiel a los acontecimientos? ¿Dónde quedan los traidores enrolados en las S.S? ¿Los sionistas que utilizaron el genocidio para agenciarse licencias económicas y geopolíticas? ¿La usura y el mercado financiero que tenía sumido en la deuda y la mediocridad económica a los países de Europa, a los cuales se negaron rotundamente a pagar impuestos?
Esa es la parte que nadie cuenta, pues ellos han sufrido, y mucho. Pero hoy vemos que la victimización de la que históricamente han hecho uso, los sitúa en una posición de poder frente a los demás países, o pueblos que no han sido “elegidos” más que por sus propios ciudadanos y no por esa abstracción totémica llamada Dios.
Hoy por hoy continúan en nombre de “él padre” fagocitando y subsumiendo en la decadencia cultural y moral a los Palestinos, por medio de sus reivindicaciones.
Es confuso comenzar a pensar que el anti judaísmo tenía algo de razón, aunque Pound y Wagner, grandes genios artísticos puedan haber esgrimido poderosos argumentos. La persecución que sufrieron por hacer ver al mundo las alianzas espurias, los alejó del reconocimiento público, así como Hitler fue convertido en el monstruo enfermo, sin reconocer en él una retorica poética interesante, que enfatizaba el desarrollo de la juventud y proyectaba una patria justa en donde el capitalismo y la usura no tendrían cabida. Es así como se le ha confundido con el fascismo, siendo que éste es inmediatista y frívolo, capaz de transar todo por el beneficio de las capas superiores.
Con este veto cultural, el mundo occidental a debido vivir desde los albores. Así nos hemos quedado revolcándonos en el lodazal de la autocompasión, con memoria entrampada en el dolor que los culpables utilizan para pregonar su inocencia.
Lo más probable es que quien lea estas líneas me tache de infame y decadente, de miserable y facinerosa, mas mi único afán es que los velos sean sacados uno a uno y podamos desprejuiciarnos para admirar en su totalidad las visiones acerca del mundo por medio del lenguaje, aunque este sea bizarro, delirante o esotérico, pues las censuras impuestas por el dolor, para mí siempre han constituido una trampa, la misma que tendió Moisés al imperio egipcio hace miles de años.