sábado, 31 de julio de 2010
Me había curado. ya no padecía de ningún trastorno. dormía en abundancia y tenía mis tres raciones diarias. mi cuerpo respondía bien a cualquier estímulo, y las drogas y el alcohol, eran consumidos sólo en ocaciones, en dosis inocuas. El pelo había comenzado a crecer un centimetro por mes, porque se encontraba sano. ya no lo tinturaba ni me rasuraba la frente. las voces en mi cabeza casi no resoplaban, y nada se agitaba en mi interior. Una calma diletante, un frío congelante, un momento demasiado largo, frenando al péndulo y al viento que un día dije eran mi alma. entonces el mar donde todas las olas son un respiro, se convirtió en un pozo del cual se bebe. la sal se aposó en los fondos, y tanto kraken como krill emprendieron una diáspora.
La paz traiciona a los guerreros, y los guerreros mueren en las zanjas donde antes pasó un río.
Los guerreros mueren bajo el sol quemandoles el rostro.
Los guerreros mueren con las botas puestas.
Los guerreros pasan agosto silenciosamente agachados bajo un árbol.
En cuevas los guerreros esperan que pase la lluvia, y por no mojarse pierden la batalla. y aún así los guerreros mueren, mueren bajo el sol de invierno, mueren cuando comen tres raciones diarias, y el sudor está guardado bajo la piel losana y sin rasguños.
Sólo se puede ser veterano postumamente. y en el obituario de la toño dominguez, me veo ensartada.
Consumidas las uvas ¿qué queda del racimo?
Cuanto importa el ovalado sentimiento de materia.
Arreglando un anillo con la gotita que la abuela guarda en la maleta azul, el orfebre de los sueños intenta reparar una promesa.
Las micros taxutal me llevan lejos por los cerros, donde los pobres viven con el mar adentro, y entre fonolas y pizarreños, los niños tienen una laguna donde pescar para el almuerzo
mientras su madre limpia la imagen de la virgen maría.
Allá bien arriba está una casa amarilla con un portal enorme que da a un bosque salvaje, pero hay que pagar entrada, entonces le pido al micrero que baje. El micrero me dice que no se devuelve por un solo pasaje, y que me tengo que ir por mi cuenta. Entonces bajo a saltos, cruzo un puente, veo a un gato, enemigo mio desde siempre. Está ahogándose en el torrente y camino por las piedras hasta alcanzarlo, y en el esfuerzo lo veo roto, descuerado, con sus vertebras al aire, desvestido de sus motivos felinos, como un terminator sobreviviente en la escena de la fábrica... Y se lo pasó a su dueña, que lo compadece lentamente,paladeandose en una secreta venganza.
Yo sufro más que ella, pero continúo mi retorno, a la Itaca, donde sólo se vuelve para morir.