jueves, 12 de agosto de 2010

Un mono que más pareció un mamarracho



Los “monos”, tenía entendido, eran levantados en periodos de campaña por los operadores políticos para que sus jefes, los candidatos, pudieran tener buena cobertura de prensa. Así se logró el Lagos Weber y Joaquín Lavín posaran étnicos –pintando el mono- en La Isla de Pascua, para el deleite de la opinión pública, que no es otra cosa que el parecer del duopolio de la información, o cuarto poder, destinado a mejorar la imagen de los poderosos. Pero resulta que me equivoqué, porque los “monos”, éstas situaciones de fantasía que logran captar al público fácil, encarnado por un electorado cada vez más acotado y vetusto, son la forma oficial de hacer política en nuestro país, todo el tiempo. Así se capta a la audiencia y la triste simpatía de ciudadanos que han confundido a los políticos con “artistas”, que puestos como comediantes, aseguran un lugar en escena dentro de la sociedad del espectáculo. Ahora, podíamos esperarlo de casi todas las instituciones privadas y públicas, más aún teniendo como antecedente el magnifico ritual chileno denominado Teletón, pero digo casi, pues en un país profundamente cristiano, no se esperaba meter en el mismo saco a La Iglesia Católica.

A pesar de ser más tendiente al satanismo que al catolicismo, producto de una espeluznante experiencia en mi más tierna infancia siendo alumna de Los Sagrados Corazones, guardo total respeto por instancias como La Vicaría de la Solidaridad presidida por Raúl Silva, quien nos dejó un legado de justicia y apoyo a las víctimas de la Dictadura. Pero hoy por hoy, la obra del Cardenal, ha quedado como un lejano recuerdo, pues los casos de abuso a menores, pederastia e incluso almacenamiento de pornografía infantil, han mermado la habitual reverencia de los fieles y de la sociedad en su conjunto. Al parecer la iglesia debía, por su subsistencia, levantar uno de estos “monos”, un distractor que nos hiciera olvidar a los Karadima Boys, relatando en horario estelar, las guarradas del sacerdote, o al esquizofrénico Escrivá de Balaguer, con sus discípulos, su esposa y niñitas incluidas. Y quien mejor para hacerlo que Goic, el cura con estampa de actor de películas de terror, ese que con su sotana negra repite agitado el terrible “Vade retro Satanás”. Si bien se agradece su contribución a la discusión sobre el Sueldo Mínimo hace un par de años, para éste reajuste, estaba en otra. Levantando el mono del Indulto Bicentenario, quiso tapar la mansa cagadita que tenía dentro de su corroída institución. Ésta parece ser una de las peticiones más osadas, por decir lo menos, que se ha hecho, tomando en cuenta que para éstos personajes existe otra justicia, la canónica, en donde sí se practica una suerte de “indultos” a la mayoría de los clérigos que han incurrido en delitos, y por medio del pecado de “omisión” se dilatan los juicios, o simplemente se hace vista gorda de los casos. A lo más son “dados de baja” como se hace en otra de las justicias a parte como la castrense, o la de la Fifa, en donde las penas son de suspensiones en la participación en los torneos.

Ya hace varias decenas de años “la cuestión del sacristán” dejó clara la división entre el poder del Estado y el de la Iglesia, y hace aún más tiempo que Napoleón se calzó la corona sin esperar que el Papa le hiciera los honores. Por eso resulta incomprensible que en el siglo XXI se venga con estas propuestas, más aún sabiendo que un indulto general, sin hacer distinción entre civiles y militares, necesariamente iba a provocar una división en la frágil unidad nacional. Lo único “general” que es digno de acceder, es a la Huelga General, pero a un perdonazo a los violadores de derechos humanos, apelando a la indulgencia que ellos jamás tuvieron con quienes persiguieron, torturaron y mataron, es radicalmente descabellado, absurdo e inaplicable.

Si bien es bastante evidente que este es un “mono” parado por la Iglesia, no queda bien claro porqué sacó beneficios de esto Hinzpeter, al rechazarlos de plano, y Sebastián Piñera al negar indulto a los delincuentes, narcotraficantes y procesados por casos de lesa humanidad, distinto a lo que hizo Frei con el narco Vargas Parga y Lagos con el asesino Manuel Contreras, al que incluso agradeció por colaborar con la aclaración del crimen de Tucapel Jiménez. Es innegable que el gobierno de derecha, aprovechó inteligentemente el blufeo clerical para limpiar la mancha sanguinolenta en la conciencia de la patria, y que a los curitas no les sirvió más que para empeorar la ya dañada institución, incapaz de generar una propuesta seria, o al menos un “mono” coherente, pues éste nada más les alcanzó para mamarracho.