sábado, 31 de octubre de 2009

mamakaren

Me gusta mi niño. es hermoso. el niño es para mí lo más importante. baja las escaleras resbalando de un costado a otro. va con cuidado porque tiene miedo y se divierte como un rey. luego apaga la luz que le obligué a ir a apagar por razones de dudosa calidad, pero que meritan usarse, para darle una lección. La luz era de la ampolleta del vecino, y no hay que abusar de la confianza de nadie. Como he dicho, ha bajado resbalando de un lado al otro con la pierna izquierda, la derecha lo sigue con la palma del pie pegada en el piso, lo que frena su rapidez. se precipita cuidadosamente, pero juega. se demora y reclama, va bajando con esa cara de granuja que me fascina. llegando abajo, apaga la luz, que antes prendió para hacer salir a un hombre útil domésticamente que nos ayudo a poner en orden esta casa. el niño ha prendido la luz para que salga. el niño es hermoso. sube corriendo porque está un poco oscuro y corre hacia mis brazos aullando como un lobo. viene riendo y haciendo una mueca de terror sumamente cómica. me abraza y se me saltan las lágrimas saber que sabe que estoy para creer que tiene miedo, que puedo asustarme junto a él. que estoy para estar ahí mirándolo atentamente pero sin entrometerme demasiado, sin embargo, sintiendo lo mismo. una cuestión simple pero difícil de encontrar. como la escultural hermana inalcanzable cibernética intergaláctica que tiene como piloto para la nave tortuga el super agente cobra.
veo las noticias y me siento desgraciada de ver a esos periodistas patéticos. me da tristeza la mediocridad. por mientras el niño canta, tararea con la boca cerrada una melodía inventada por su frenesí ludópata. habla, a veces, mientras juega en su computador. yo veo lo de patton y me dan asco todos los culiaos- se que debo hacer una reprogramación neurolinguistica- ...el niño, el niño... es hermoso. es lo único bueno que va quedando. cuando me necesita lo hace sin mayores rodeos y yo lo atiendo. esto no es zooterapia, es por eso que aún más triste me pone. me siento incapaz de volver a ser la niña que fui. me reprimo y luego me arrepiento. que mierda soy... aunque estoy segura que es mejor que esa mierda de imitación barata de niño weón, pastel, y cruel, influido para más remate por el alcohol. el niño, ese niño hermoso que va a comprar huevos por la mañana para que se los haga revueltos, quizás sea capaz de contagiar algo en mí. pero estoy inmune. no me quedo con nada. solo con torres de mármol y terciopelo blanco en donde me tiendo a sentir frío y pavor de la altura en que me encuentro. no veo el suelo y temo estar en otras tierras. el niño es hermoso. es tan hermoso que puede incluso calzar en esos reinos de mi horror. su androide en la Internet, es rubio y anda con terno. me pregunta si me ha gustado su look. me sonrio y sigo viendo las noticias. esta vez he visto una que me ha gustado y estoy contenta. un intento de suicidio desafiante. una señora oriental desquiciada por las injusticias de siempre. la deuda histórica. pienso que el niño es mi redención. quizás deba tener otro hijo. quizás deba llenarme de hijos. pienso si la señora oriental tendrá hijos. me parece que le daría lo mismo si los tuviera o no. sube una torre de alta tensión mientras mucha gente la observa y las instituciones están esperando el cadaver como si fueran buitres. el cuerpo sube por entremedio de la torre, mientras farfulla y cacarea. dos hombres intentan agarrarla. van montados en unas escaleras mecánicas, con trajes de plastico amarillo y cascos blancos. quieren cerrar el show. pero antes de eso, ha pasado. los electrodos han cruzado su pecho para salir por su rostro con una inmensa llamarada.queda viva. por eso ha sido solo un intento de suicidio y no un suicidio. sigue cacareando y farfullando con el rostro negro por la descarga más grande que un ser humano haya soportado. algo así con 4 mil 500 voltios. seguramente ahora va a ser procesada por atentar contra la vida. como si la muerte no fuera realmente el derecho que nos merecemos por estar vivos. el derecho inalienable de la muerte. El Estado y su omnipotencia frente al ciudadano, me da asco. Su moral me da asco. Su antojo hipócrita, ha echo que mi estómago de un brinco.
pienso en el mamakaren que me lanzan los amigos. no me desagrada y lo acepto con solemnidad. no voy a suicidarme, porque tengo un hijo, y porque tengo esperanzas en mi. me parece que la juventud es patética y antes que ser una jovencita que ha perdido su cuerpo y su espíritu por seguir la "onda", prefiero convertirme en una anciana y envejecer lentamente mirando al niño.
primitivamente admiro al niño, tan distinta a esa falcificación beoda, a ese adulto ridículo que a veces somos los que estamos bordeando los treinta. esos desesperados que aún creemos que la decencia se puede comprar con inocencia.
el niño es lo que miro extasiada. es natural y precioso.
no me interesa ser o no ser. quiero solamente tener a ratos los hombres específicos en cada función, sin que la sexual sea trasversal. no soy una golfa. yo ya estoy redimida desde los quince. el niño es para mí lo más importante.. he buscado el amor.pero me parece que el amor es mesopotámico, o algo así. me parece que la fuerza es la del niño. es a quien yo miro sonriendo. la felicidad es nada más eso y sentirse como el viento, sólo por entender su transcurrir, sin envidiarle y viviendo con él la sensación corporal de velocidad y temperatura. hoy soy un viento frío. que va de derecha a izquierda, una lluvia filuda de pequeños hielos rectangulares que cruzan en diagonal por una calle de talca. en este instante voy pasando por ahí. el niño es mi consuelo. el niño es el que me va trayendo y me convierte en un brisa sobre la quebrada de la calle Elías. ahora marca teclas y hace música en su computador.
al hombre que quiero para amar lo extraño furiosamente. este se ha perdido, como es su costumbre, hacia terrenos inexplorados. el es un pionero y hay que dejar que se autocolonice. que ponga banderas de extremo a extremo. que se soberanice en todo su ancho y largo. le quiero, pero distinto al amor que siento por el niño. por lo tanto cuando todo se mezcla me siento dividida. nadie dijo que no tenia esquizofrenia. pero el niño es hermoso y me ha salvado de manera gratuita, y ha ganado mi confianza y mi entrega. la misma que me gustaría lograr con cada uno de los hombres que deben funcionar en la vida de una madre. confianza y entrega. un hombre que sirva para las fuerzas domésticas. A este ya lo he encontrado. se llama Mauro. uno para salir a almorzar. Los mejores almuerzos son con Alvaro. es un gran amigo. come despacio y muy poco. hay tambien uno para divertirse y pelear y otro para embellecerse y trascender,no estaría segura porque no me he sentido más bella que ahora. el que lo hace, tiene derecho a amarme. pero escasamente el hombre elegido para amar entiende este asunto.
el hombre no es universal. ese es un engaño. o se es un hombre, o un niño.
da vinci era un extraterrestre, y la barba le daba poder ¡entiendan de una buena vez¡ (siempre repito las buenas frases de mi amor, del hombre que elegí para amar, y que cuando está con el niño se mimetiza y me pone un poco nerviosa)La humanidad no puede ampararse en genialidades alienigenas, menos si las circunscriben a un género determinado.

amo al niño, y me gustaría tener más niños. que en el día vieran series de televisión que papá les programe.Un padre que los eduque con el contenido indicado. un reino ideal con este hombre que he elegido para amar.

tengo el dinero como para decidir ser madre de nuevo. yo me encargo del trabajo sucio. presto mi carne para la evocación, solo porque el niño, es hermoso. soy simplona y no tengo dificultad en ser nadie. me gustaría tener más niños. el mío va creciendo y será un adolescente hermoso y un adulto bueno y hermoso, pero no un niño. ahora hay que encontrar a un hombre que comprenda este asunto.

jueves, 22 de octubre de 2009

El dolor es una trampa





Se ha dicho hasta el hartazgo que los humanos somos seres de costumbres y que por lo tanto somos capaces de habituarnos a cualquier contexto o circunstancia. Es por eso que los relatos sobre resiliencia abundan no solo en los devocionarios católicos, pues son parte medular en los congresos empresariales, las publicidades de Nike, y las películas hollywoodenses, además de ser materia prima de nuestras entrañables 27 horas de amor.

En la Revolución Silenciosa, el ideólogo opus dai, Joaquín Lavín, hace énfasis en que las carencias que tiene un niño de La Pintana, son las mismas que permiten el desarrollo de su ingenio, haciéndolo fuerte e incluso más inteligente que un niño criado en Vitacura. Y si lo vemos fríamente, incluso la vida de grandes personajes no serían las mismas sin las privaciones y los sufrimientos, esas tragedias que superaron la ficción de Sófocles; esos traumas que les fueron útiles para destacarse ante los pueriles dramas cotidianos, con débiles conflictos, nimios dramatismos y nudos desatados desde el comienzo. Pero quienes fueron vengadores capaces de ganar el gallito frente al feroz puño del destino, son pocos y lamentablemente la mano invisible siempre está atenta para dar su golpe de gracia.

El dolor a pesar de ser fuente de experiencia y templar el carácter, se ha sobrevalorado con el fin de convencer de que entraña un poder en sí mismo. Ésta arraigada costumbre hace naturalizar los abusos y trasformar la victimización en una conducta cotidiana que frena las tracciones homéricas, esos arrojos que hace rato hubiesen trasformado el mundo. Pero se ha consensuado la litúrgica contemplación que nos ha llevado al fin de la historia, al término de las acciones que podrían dar movilidad y otorgar coherencia al tiempo que transcurre terrible, en el crecimiento del pelo, las uñas, y el paso paulatino del calor al frío y del frío al calor.

Así como hay un hemisferio sur, hay otro norte, y tanto existe la ficción, existe también la realidad. Pero para que esto suceda debe haber algo que los divida de forma orgánica o impuesta. Si para el asunto de definir el norte y el sur está una línea imaginaria trazada sobre el globo, el sueño es el suceso que detona el inconsciente, lo onírico, tan distinto al quehacer definido por las normas sociales cuando uno está despierto y activo. De la misma forma el placer y el dolor, poseen un elemento que actúa para que sean antónimos. Pero este es un asunto de sumo complicado por la arbitrariedad para determinar qué es lo que nos hace sufrir o sentirnos plenos. A pesar de las subjetividades, podemos decir que la presencia o ausencia de salud define el polo que ocuparán nuestros sentimientos. Poseerla nos otorga alegría, y que perderla nos provoca dolor. Estamos frente a una dicotomía elemental como la hallada entre Demócrito, que todo lo reía, y Heráclito, que todo lo lloraba, como reza el poema que el peruano Clemente Althaus dedicara con tanta ternura a su bella Amalia

En un mundo donde las cosas caducan cada vez con mayor velocidad, “se echan a perder” a raíz de la fragilidad propia de los materiales desechables o de baja calidad, es bastante común caer en la decadencia, en la enfermedad y ganar experiencias dolorosas. Y esto pasa indiscutiblemente por un asunto material. Por una situación que intrínsecamente está emparentada con la “necesidad”. El órgano que escasea. La vitalidad que se apaga. El malestar que coarta e invalida.

Lo curioso es que parece ser que los apologistas del dolor son los que están menos influidos por las “ausencias”, ya que por razones estructurales, no están habituados a vivir en carne propia los embates del destino. No están sometidos a la necesidad, ni a la “falta” de ningún tipo, así sean menos ingeniosos que el pelusa de la Pintana del que nos hablara Lavín. Esta gente misericordiosa, aquellos que practican la “caridad” y la “solidaridad”, quienes por un llamado interior son “felices ayudando”, los filántropos que encuentran el sentido a su vida utilizando el dolor como su hobby, son quienes trazan las líneas sociales imaginarias, lo trópicos y el Greenwich. Encarnan el elemento disociativo que genera diferencias para mantener un orden y justificar la existencia del dolor, que no es otra cosa que la pobreza, y con ello, el abuso, la usura y en definitiva el mal, obligatorio para que pueda existir el bien. Un bien basado en el asistencialismo y la limosna.

Estas son las “circunstancias” que obligatoriamente constituyen la realidad. Las que perpetúan las pugnas, la victimización y las mediocres reivindicaciones.

El dolor es una trampa que se erige para fortalecer a quienes no están vulnerables a su padecimiento, a quienes pueden sentirlo como un fetiche, pero jamás como una constante humillación manada de la jerarquía de clase. Es por este motivo que debemos evitar compadecernos falsamente, es por eso que debemos tomar el toro por las astas y comenzar a ejercitar el ocio, soltando las riendas de una vida que parece ser prestada por las instituciones de control. Atrevámonos a ser felices, a ser saludables, a vivir ahora, pues las velocidades son altas y solo nos acercan a las borrascas del futuro.

lunes, 19 de octubre de 2009

ínflenme¡¡¡ (la tierna victimización de karen)

He sido imbécil durante tanto tiempo,por ejemplo, acabo de poner time en vez de tiempo, antes puse tierno, y a la tercera pude poner tiempo.
No sé escribir. Pienso a una velocidad incompatible con el teclado.
Jamás debería haber dejado la manuscrita. Mi ortografía iba literalmente de la mano del movimiento. Aunque no es cierto...pero algo ayudaba. No me refiero al uso de la c, la s y la z, sino a la palabra. Las cambio. Como si algo me dijera en voz bajita una broma críptica y absurda que yo reproduzco encantada.No me doy siquiera el crédito. Estoy cansada y mis ganas de vivir son tenues. Lloro indiscriminadamente para matar las horas silvestres mirando a la quebrada. Viendo el comportamiento de los gatos en su pequeña jungla.
He sido imbécil durante tanto tiempo, por ejemplo, he hecho cosas que no quiero, porque quiero querer incluso lo inquerible.
Nunca debí perdonar a nadie, y debería haber matado al primero que incurrió en la falta de volverme una imbécil solo por gusto. Estoy cansada y mi cuerpo es enfermizo, me he dejado torturar intensamente por placer. Jamás debería haber apostado por la resiliencia, por adaptarme a la condición de debilidad y volverme fuerte a la fuerza. Me acostumbré a las bondades de la apariencia. Y todo es un fraude. Para quienes me han visto desnuda es aún más claro.

las deformaciones llenan cualquier vacío. son como el aire.

Me miro al espejo y me siento acorralada.
Me gustaría travestirme de un animal distante e invisible. Y al revés, me hago una zancadilla y me vuelvo cercana y evidente.

He sido imbécil por tanto tiempo. He sido fiel por tantos años a convicciones modernas que me llevan de la mano. Que me preceden sin ciencia. La intuición me tiene cansada. La incoherencia, dejó de entretenerme. Veo a la vida en una esquina mirándome y riéndose con el canto enyeguecido de una niña campesina, que se ríe con un humor particularmente burlón y sabio.

Mi labio se sostiene con amargura, y es preciso entristecerse en primavera por algunas horas al día. Es el tiempo el que agita el agua en mi taza ancha, tatuada con grandes flores rojas.
Voy haciendo un truco por el pasillo. Hago una pirueta inconfesable. No sé si la pienso o verdaderamente la hago, pero estoy contenta de estar en el pasillo, algunas veces en el día paso por ahí para encontrarme con la luz que penetra lánguidamente brillante, y para sentir la extraña sensación que da el viento. Parece que quisiera arrastrar consigo las hojas más verdes, y raptar todo ese bochinche de colores que brota de las plantas. Busca compañía, pero es atarantado.

Estoy feliz. Esa es la extraña sensación. Me siento comprendida por el viento. Por ese viento que avanza enloquecido, que se calienta y se vuelve flexible, y se estira como si se aprestara a dormir una siesta. Amo al viento, pero no amo salir a enfrentarme con él. Me gusta observarlo. Verlo llenando los vacíos, deformando las texturas, movilizando la inercia, lanzando los aullidos iracundos del silencio.

Creo que no he visto viento más bello que el de Magallanes. Ese viento frío y múltiple. Hay bitácoras que hablan de ellos. En la del Pirata Drake, se identificaban cincuenta vientos distintos. El bucanero inglés les dio personalidad e historia. Despiadado poeta oceánico se fijó en cada uno de ellos, memorizando sus quehaceres y observando ávidamente su forma. Vi uno en frente del Estrecho. Era como un ladrillo de hielo que subía muy alto y bajaba en picada. Para saber más, visiten alguna biblioteca o busquen en google. Estoy cansada de buscar datos para después olvidarlos por completo. Tengo una memoria llena de gusanos, que se han hecho un pequeño imperio. Bastante limpio y ordenado. Por suerte. Sino ya estaría en una cárcel o en alguna institución. Y no sé si tendré tanta suerte de estar afuera. Acá se gasta más, y en las mismas cosas. Supongo que en todas partes hay de todo, y no digamos tampoco que el gitano se equivocó, porque malparaíso sí amarra como el hambre.
No sé si me quiero ir o me quiero matar. Pero sería lindo morir en un tren. No arrollada por uno. Soy pudorosa, a pesar de todo...

He sido imbécil por tanto tiempo. Pero me he sido obediente y leal.

Estoy sentada justificando mis miserias, y aún del patetismo de verse tirada en pelotas sobre la plaza pública del periódico y el internet, escucho el viento, veo el viento, y me siento feliz.

sábado, 17 de octubre de 2009

palabras al cierre

a un lado hacen ñauuuu y al otro guauuu
abajo cantan canciones que no me sé
arriba pasan naves y alguien piensa por mi
puras leseras

La bruja y el psicópata




Predecirte. Hacer una proyección exacta. Descubrir que la tuya es un fraude. Que sueñas, pero webadas. Que crees en cosas inútiles y carentes de valor que al único rango o status que podrán elevarte, es al de psicópata.
Deseando a medio morir saltando, porque los deseos ruines y senilmente malvados no constituyen arte alguno.

Deseos egoístas se esbozan en una conversación cualquiera, cuando las superfluas aspiraciones han sido raptadas por la estupidez de la palabra que se presenta banal y nisiquiera tiene la osadía de volverse del todo idiota. La palabra carece de genio, por no tener una raíz más que la que se haya en el parlamento de un héroe de historieta, al cual la carga de episodios le arrebató la memoria.

Como una maqueta de personaje... No. Es aún más artificioso.
Mejor sería comenzar:

Sobre un títere
sin sutileza se expanden los gestos,
que son la pandemia en los rostros que habitan el mundo.

Adusto en las tareas de la maquinaria del rol,
está ahí sin movilizarse demasiado.

Con sueños idiotas y serviles en el ultimátum.

Tarareando una versión musical de Brazil en estilo “libre”,
compone el soundtrack de su vida.

Como todos vas soñando con la princesita azul, pero puedes toparte cara a cara con Cherry 2000 o la señorita Jones y dará lo mismo. Siempre te parecerá mal.

La intolerancia inherente a los draconianos te sujeta hacia la cima de la pirámide. Te parecen bien algunos versos de Neruda, aunque sea un plumífero amado por los asesinos ignotos de la palabra, esos que hacen sus madrigueras en los talleres literarios y se reparten los premios como si se tratara de una rifa solidaria de algún ejercito de soldados pobres, y no diré también cobardes, porque éstos no son realmente cobardes, pues aunque no se presente batalla alguna, estarán en el campo, hiriéndose por lo menos entre ellos.

A ti te importa herir a distancia. Desde una torre. Ahí estas a salvo de los diálogos y el placer de resolver un puzzle con la ayuda de "ALGUIEN".

Te encierras en una especie de bóveda con 76 millones de revistas de puzzles y no sales de ahí hasta tenerlos perfectamente resueltos. Con palabras que crees exactas, que efectivamente no mueven a confusión, aunque puestas de forma horizontal, estén desarticuladas unas con otras, sin capacidad de crear ni una sola frase transparente.

flechas de adioses. fraseos de desprecios, como si en su cara viviera un bailarín felicida.

Y me daba pena…pena haberlo visto así tan de-repente.

Habiendo comprendido su tragedia de hombre que ha soñado y seguirá soñando con mujeres distintas a mí, y distintas a cada una de las que perdió y de las que seguirá perdiendo hasta que un día se resigne, por un cambio en su contextura humoral, y decida, virtualmente obligado por el cansancio que siempre tuvo, a quedarse con una,
me dirijo a la cocina y me fijo en el arroz. (¿estará envenenado?)


domingo, 11 de octubre de 2009

El Rebelde




La rebeldía es un concepto que se ha popularizado a la par con el mercado. En el siglo XX, como en el siguiente, el mercado y su protegido, el rebelde, han causado la ilusión de movilidad temporal.

El fenómeno Kel, un amago de Britney a la chilena, que en su hit canta “me creo punki”, o RBD, que canta “si soy rebelde” -y últimamente las pueriles tragedias de los teens del canal católico en el culebrón "Corazón rebelde" protagonizada por el sex simbol indiscutido para estupradores, Feña o Denise Rosenthal-, nos demuestra que el rebelde es utilizado como símbolo de apertura y progreso, que es el vientecito en la cara en un viaje realizado en círculos. Ser “rebelde" entonces es inflarse de artificio, como la pornostar que no será penetrada genitalmente gracias a sus enormes "bubis" que la convertirán en fetiche para cuadros plásticos, tales como el bukake industrial o la paja cubana, todo quizás para evitar todo tipo de preñez -y por lo tanto de producto-.

A comienzos del siglo 21 se requiere protagonizar un show funerario. Representar la catarsis de las 12 de la noche del 31 de diciembre, cuando simbólicamente las cosas cambian pero siguen siendo iguales. La estructura sigue operando en la carencia, en la inmadurez, en la victimización de un ser humano igual a todos los demás, que no se distingue del otro y que debe solaparse en fórmulas sentenciadas por el Estado y la propiedad privada.

Las relaciones de poder que existen entre uno y otro, el Estado y lo privado, son proporcionales y cooperativas. Los grandes organismos internacionales han hecho tabla rasa, las leyes económicas son globales, mientras que el mercado genera nichos de consumo que dan la ilusión de estar frente a diversidad (que en realidad es dispersidad), que lleva al "juventón" más modernista a la más senil de las confusiones. Es aquí donde el concepto de rebeldía consigue ser una pieza clave. Ya lo cantaba hace varios años Jorge González: “Me pagan por rebelde, voy contra la corriente”.

Se dice que los que intentan romper con todo, llegando al extremo de hacerse protestas en sí mismos: morir de hambre antes que nutrirse de sustancias tóxicas, inventar todo para tener su propia fe, cambiar su cuerpo autodeterminando su sexualidad, pedaleando distancias extenuantes para no tener que utilizar transportes que contaminan el medio ambiente-, sufren de rasgos narcisistas, pues no reconocen la “autoridad” y peor aún, tienen el hábito de la arrogancia. Yo refutaría esa apreciación. Creo que los jaliscos que se empecinan en reinar a costa de falsos arrojos encarnando la figura del rebelde -cual Lagos que con un dedo fálico-totémico amenazó al tirano de la época pero que a pesar de esa fiereza, cuando obtiene el poder no es más que un gatito ronroneando en las faldas de la estructura-, son los que en realidad poseen ese tipo de patología utilitaria para articular la capciosa farsa social.

Somos su capital humano, el res-pública o ganado ciudadano, que cándidamente cree en identidades individuales, en la “dialéctica de los matices”, en heterogeneidades, claro que todo esto cercado por el mercado. Existen recetas para que cada uno se convierta y adquiera su rol en la sociedad y gracias al consumo de ciertos elementos vendidos por la hegemonía, podamos convertirnos hasta en rebeldes, que le den al Estado y al mercado su ligazón elemental.

Para desmarcarnos de este juego, en donde tiene todas sus fichas el rebelde, se debe crear uno propio, alejado de la triste dialéctica pokemón-pelolais. Necesariamente debemos ser infieles a la herencias, aplicando una transferencia negativa, o más claramente sintiendo odio frente a la idea de estabilidad, instalando lo último como lo primero, trocando piezas, realizando nuevas asociaciones y desacreditando el discurso del otro hegemónico y su supuesto saber, para crear y no solamente hacer terapia de rebeldes para conseguir fama y fortuna.

Uno debe bancarse a sí mismo, ser huacho. Dejar a un lado la victimización, ser un apátrida dejando a un lado esa mortaja llamada nostalgia y desde ahí descubrir el mundo, sin ser un continuador de fallas y omisiones; abandonar los legalismos que intentan solidificarse sobre nuestras espaldas para convertirnos nada más que en sedimento histórico. Esto que a mí me parece repulsivo, me hace evitar la búsqueda de procedencia y de trascendencia; si es que se acepta que la vida es un accidente, una explosión que poco a poco se vuelve sombría, convendremos que la creación, ante todo, es inmanente a la naturaleza. Por lo mismo, creer en lo que la palabra ha hecho ley, en la acumulación de supuestos saberes, en las concepciones oficiales de “verdad”, profitando de las fórmulas que nos sentencian a un modo de vida, sin siquiera interpretarlas, es creer en que uno nació siendo un cadáver.

Para “poder” vivir-se, que es inventar-se, hay que morder el propio cuerpo, aspirando al delirio de autocanibalismo. Y si somos vegetarianos, digamos, el intento de fotosíntesis. Alimentarnos de nosotros mismos, con experiencias y el saber desde el desconocimiento, aumenta la posibilidad de dar de baja ese obsoleto discurso proteccionista y mercantil. Podremos tener líos morales, ser catalogados de locos o autistas funcionales, quizás de anarquistas -y de todas maneras sentir apremios económicos-, pero le habremos dicho que sí a la vida. Dentro de las paredes del palacio que contienen el orden burgués, las instituciones religiosas, de salud, de educación, y las de consumo, que trocaron la plaza pública por el mall, actuamos como prisioneros, con pactos de sangre, mafias, bulling y en definitiva, competencia salvaje, esa que nos hace sentir más y mejores proporcionalmente a la leña que se saque del árbol caído. Excomulgándonos de esa construcción cultural, habremos salido de ese edificio ruinoso que se sostiene gracias a los rebeldes que siempre están dispuestos a refaccionarlo estéticamente, de ataviarlo con bisutería a la moda y, finalmente, fortalecerlo con renovaciones para que nada cambie.

No seamos rebeldes, seamos revolucionarios, pero en una potente revuelta interior. La caridad comienza por casa, como se dice. Antes de la construcción colectiva está la construcción individual. Este es el trabajo que nos hemos saltado y es lamentable verificar en el “comunitarismo”, el “asambleismo” y la romántica política de base que los pinochitos abundan. No hay que temer más de lo suficiente. Nietzsche dijo que éramos islas en un mar sin orillas, pero yo continúo creyendo en que los campos morfológicos existen, que la comunicación telepática y la sincronía finalmente se hacen presentes cuando, individualmente, entendemos que somos parte de un mismo género, sin épocas ni vanguardias.