jueves, 27 de octubre de 2011

Profesores vs. Profesores


El descontento, la rabia, la protesta, el hartazgo, el cansancio, la variación, la reconversión. Hemos llegado a ese punto de maduración en donde el peticionismo ha dado un salto hacia la política pura y dura, incluso de aquellos que no teniendo un leguaje de masas ni de consenso, han decidido la acción violenta, en donde hasta el movimiento Indignados queda chico, pues ellos se amurran y se quedan a vivir en un lugar público esperando que algo cambie, mientras están sentados.

Acá la cosa ha sido seria. Los representantes ya se han ido a las Europas, a funar la imagen país, la gobernabilidad, los ranking de macroeconomía, para dejar en claro que el tema de la educación corresponde a una crisis multifactorial, de una nación vendida, ni siquiera al mejor postor, sino por negociados en donde la usura y la mala leche proveniente de una crianza en las Universidades de Chicago, ha hecho bien su trabajo.

Ahora también se han sumado, de una forma más edulcorada, los New York boys, cuarentones expansivos, que entienden el Estado como la administración de la pobreza, y les interesa de todas formas generar ganancias, para asegurar prosperidad en un futuro inexistente, a costa de políticas públicas con restricciones impresionantes en el gasto.

Estos dos entes, son los patrones de comportamiento político en Chile, hasta ahora. Mientras unos juegan por el bando de los empresarios, los otros aún diciendo que no son de la misma camada, apoyan esta situación, y la profundizan al negarse a invertir dentro del terruño.

Más gringos que los gringos, han impuesto un modelo de “éxito” personal e intransferible que ha estimulado el diseño de mallas curriculares en Universidades chilenas que intentan reproducir infinitamente el modelo enseñado a estos próceres de la patria 2.0. que van desde sus negocios personales y legitimas aspiraciones, hacia sus decanatos en alguna Facultad, ampliando el FUA nacional.

Estos profesores del seudo-neoliberalismo, no se esperaban que unos chiquillos, que son tantos, se dieran cuenta y no sólo eso, sino que salieran del aula a la calle y seriamente originaran una ofensiva, un estallido social, una lucha de clases entre este 99% y ese 1% de los dueños de Chile que le hicieron un huequito a los “meritócratas” que tanto se han esforzado por democratizar, o flaitear, en diarios, programas como T0, carteras ministeriales y auditorios, los valores del mercado.

Ahora es cierto, los jóvenes han hecho buena parte en esta batalla por la igualdad cultural y económica, pero falta una pata realmente importante.

La de los profesores de enseñanza básica y media, los de 44 horas semanales y 45 alumnos en la sala de clases, aquellos que hace muy poco salían a la calle exclusivamente por el bono SAE, o alguna reivindicación de un par de monedas, siendo vistos por varios como simples “gana panes”.

En ellos, en resumidas cuentas, recae la responsabilidad de radicalizar y enraizar el cambio. Porque estos profesores, que obligadamente han caído en decadencia, son los que se han trasformado en la carne de cañón de un sistema que no permite las ideas propias. Donde se exige ser un alumno, es decir, un ente sin luz, que recibe enseñanzas de un profesor que también es un alumno, y uno bueno, porque sólo enseña lo que dicen los planes y programas gubernamentales, o las instituciones privadas o religiosas.

Así los verdaderos pedagogos, los Carlos Peña, los Joaquín Lavín, los Patricio Navia, los Andrés Velasco, los José Piñera, y tantos otros filósofos y pitonisos de la economía, tienen carne fresca, siempre educada bajo el manto de una ignorancia dirigida, una vez que llegan a la gran panacea: La Universidad. De esta forma aseguran un público infantil, tierno, verde, necesario para las vacas sagradas que rumian eternamente contenidos intragables para un ser humano integro y pensante.

Es por eso profesores de Chile, hagan su aporte en la clase. Investiguen materias vetadas y solapadas por los discursos del poder, hagan la verdadera revolución del conocimiento. Ciertamente ganarán lo mismo en el corto plazo, pero estarán creando personas que no dejarán que siga extendiéndose el cáncer del beneplácito a esa supuesta sabiduría de quienes sienten que el mundo está en sus manos.

Esa es en esencia la buena educación que podrá brindar para que usted no siga sufriendo el flagelo de los maestros de la mala educación, una que tiene a la sociedad mundial sumida en la desesperación y la visión cortoplacista del consumo.

Nuestros tontos políticos



Nada de lo que digo es un descubrimiento, pero siempre es buena la majadería en casos como este. La política es la más patética y mediocre de las expresiones del hombre, de uno que no teniendo talento para destacarse en nada, echa mano a la cofradía, a la pandilla de amigotes tan pencas como él, para mediante una máquina conseguir lo que de forma natural, no se les daría tan fácilmente.

“La política es el campo de trabajo para ciertos cerebros mediocres”, nos dice el viejo Nietzsche y si a eso le sumamos que “Un estómago vacío no es un buen consejero político” según Einstein, tenemos una horrible mezcla entre políticos limítrofes en escena, y asesores hambrientos como lobos, dando consejos “perspicaces” tras bambalinas, por la pura vanidad de estar cerca del poder.

Asco me dan los políticos, repugnancia, ganas de escupirlos. Estos que están ahora y han estado siempre, porque las ganas de “gobernar”, de “consensuar”, y hacer transas beneficiosas para el bolsillo izquierdo y de espaldas a los ciudadanos votantes, no es cuento nuevo.

Adolescentuchos que una vez frustrados en sus ambiciones y sueños, comenzaron a la mala y bajo el filantrópico rótulo de “servicio público”, a ser becados por el pueblo para realizar las más estúpidas concesiones a sí mismos. Las frivolidades más absurdas, los “gustitos” más inconscientes.

Y no porque uno no lo haya hecho, sino porque lo hacen bajo el solapamiento de “por el pueblo, pero sin él”. Por eso estoy ahíta de esta gentuza miserable, y de cualquier idiota que sabiéndose tal, deba darse importancia por medio de alguna estructura anquilosada en la costra proletaria.

Si bien ya no se puede hablar de una clase obrera, somos miles los que hacemos nuestra vida a la antigua, con hijos y un oficio al cual le tenemos cariño. No somos pobres, pero queremos dejar la tonterita individual, el troleo, y todos esos sucedáneos tecnológicos, todas esas visiones pos modernas, edulcoradas de la verdadera lucha de clases.

Ya no es cool tomarse un copete con uno de estos sátrapas, si es que para alguno, alguna vez lo fue, principalmente porque no es posible entablar un diálogo inteligente. Como cualquier winer intentan venderte algo, que ni siquiera ellos saben realmente que es.

Los políticos de hoy, los de la nueva generación, Lagos Weber, Girardi, o Meo, sufren de tantas enfermedades degenerativas, como el más viejo de los gerontócratas. Los excesos, sobretodo de impudicia, del juego de palabras ingenioso, basado de una pastillita para la mente, de la grotesca afición por calentarle el pichi a la hija menor de la pobladora, o a la periodistuchita de turno, o a la alumna en práctica que los entrevista para la tesis, los ha convertido en un mamarracho, que pocas veces hemos visto con tanta intensidad, ni siquiera en los rockeros y actorcillos de poca monta de la ciudad puerto.

Vemos que los que se sitúan en su investidura, con el sentido e importancia que tiene cargar con el poder donado por los votantes, son capaces de realizar una buena gestión. No puedo no ver lo que ha hecho Navarro, que comenzó de atrás para adelante, pero que por fin ha dado en el clavo.

Si en este momento el poder no transita es porque está acaparado por cerdos bullimicos y limpios que no consiguen engorda, ni satisfacción. Que están tristemente enfermos tratando de parchar sus vacios con pésimos argumentos, por lo evidentemente falaces que resultan, y peores métodos para conseguir la ansiada “autoridad”.

Al parecer la herencia política que dicen acarrear, no la han entendido. Es por eso que ahora “para el pueblo y con el pueblo”, se debe decidir que no es posible entregarle el poder a una sola persona, incapacitada inclusive, para entender de qué se trata su tarea.

jueves, 20 de octubre de 2011

Bien hombres para sus cosas



En séptimo año básico preparamos un acto para celebrar el día de la madre. Entonces un compañero compuso una canción, en ese tiempo estaba de moda Keko Yunge y Pablo Herrera, que decía: “A ti mujer ¿Por qué no lloras por las heridas? Que trabajas todo el día, a ti mujer” eso se repetía por los 3 minutos que duraba la canción, con charrangueo mediante.

No digamos que fue la calidad de la canción la que la hizo inolvidable para muchos de nosotros, sino su mensaje. La victimización del rol femenino en la modernidad, ese estoicismo que hasta a un niño de 13 años le era sorprenderte, el aguante quizás de su propia madre, que debía trabajar doble y triple jornada, lo hacían cantar sin pudor con su voz púber lo que para él era un drama incomprensible.

La historia tiene grandes mujeres, sin embargo las que se recuerdan en Chile de forma popular no son las que han cargado con esta tremenda cruz de ser las compañeras solidarias, las trabajadores incesantes, las jefas de un hogar monoparental.

Por ejemplo, ya tenemos la segunda versión de La Quintrala, mujer mala, maquinera, colonialista y racista, por lo bajo, que deja muda a la gallada, que comparte con ella la devoción por el santísimo en una iglesia siempre llena de prejuicios y contradicciones, que a la larga continúa en la controversia. De hecho por estos días una mujer de la farándula, Lucila Vit, fue expulsada de una misa por el sacerdote Marcelo Gálvez de la iglesia de San Francisco de Sales en Vitacura, ya que ésta llevaba puesto un microvestido.

Es así como las “bondades” del sistema liberal, se gibarizan al enfrentarlas al sistema de creencias y moral cristiana que están sumamente presentes en la sociedad chilena.

Tan metidas, que incluso la primera presidenta, separada, con hijos de distintos padres y agnóstica, era vista como una “madre”.

Es así como la dicotomía entre las madres y las putas, sigue estando siempre presente aún del supuesto progreso y la igualdad entre hombres y mujeres. Por ejemplo, “señora” o “señorita”, que diferencia a una mujer casada de una soltera, no tiene una versión masculina, pues todos sin importar su estado civil, son señores.

Pero volviendo a lo que se valora o se recuerda de las mujeres, lo célebre, es la maldad. Para mi cumpleaños, Bruno Sommer,director de El Ciudadano, me regaló el libro Malas, una antología de cuentos provenientes de la época romántica, que hablan de mujeres perversas y con poderes demoniacos que utilizan en contra de los hombres, sobretodo en situaciones con un alto grado de confianza.

Las cabronas, esas mujeres que por su fuerza y cálculo se hace implacables, convirtiéndose en tiranas, y manipuladoras de todo su entorno, fueron y siguen siendo las mujeres alabadas, respetadas y hasta admiradas por los hombres.

Tanto es así, que son vendidos como pan caliente los manuales que enseñan a ser cabronas. Testimonios reales de mujeres buenas que les va mal en la vida, y que una vez aburridas de su suerte, comenzaron a ser malas, y como un milagro demoniaco, comenzaron a ser valoradas y exitosas. Como si la Carmela misma fuera la que se convierte en la Catrala.

Es bien triste negar una cierta naturaleza para tener que amoldarse a una fórmula de satisfacción garantizada. Y grave es que las mujeres malas sean las únicas que la sociedad falocéntrica respete y recuerde precisamente por ser bien hombres para sus cosas, doblegando al mundo con su dominación por medio de humillaciones y arrebatos de fuerza.

Un dieciocho chico a lo grande



El profesor Banderas de Sazie, en sus momentos de malsanoesparcimiento me decía en códice “Usted no lo diga, pero yo sí porque soy hombre” que las minas, entre las que me contaba, eran “como huasas pal pico”. Fue de eso que me acordé cuando estaba frente al She’s cock, una ramá que ofrecía el shot de tequila a $300, dejando la garganta preparada para cualquier tipo de incidente.

En medio del jolgorio de ese grupo étnico que viene salvándose del odioso éxodo campo-ciudad, culpable de todos los males modernos, se gozaba, a sus y mis anchas, de los males antiguos, cuando el tiempo era tiempo, o sea viejo para nosotros, pero aún y continuamente nuevo para ellos, los huasos y huasas (guenas pal gueno) que habitan por los interiores de esta larga culebra llena de veneno llamada Chile.

Haciendo uso indebido de un cuanto hay: copete, música, vestimenta, modales, juegos, excreciones, palabras, animales, de alguna forma ajusticiaban al “buen salvaje” que los convirtió en inquilinos, y en distintos tipo de criaturas en labores del campo para beneficio del futre.

A diferencia de la raza indómita, del indígena puro, este sujeto social huacho, ignorante y pobre, con raíces donadas por sus amos, fue la carne de cañón que debió salvaguardarse en la mansedumbre y estupidez clásica de quien tiene miedo y necesidad. Como un perro debilucho, que no generó el aliento rencoroso y autodeterminado del vago, se ha aguachado históricamente al lado de quien puede darle sobras, pero también patadas.

Así y todo, tiene su venganza. Es a sí mismo una construcción dotada de variaciones e inventos, un ser de una naturaleza tan espuria, que como un papel puede escribirse a la manera libre aún siendo analfabeto, logrando en muchos casos, con letra clara y pulso decidido, un “pico pal que lee”. Sucede entonces una rareza. La libertad se da justamente con el garrote marcado en el lomo. Ha sido abandonado como a ese quiltro que a nadie le importa, pero tiene la gracia de tener ruta propia, e incluso su clan, de igualmente despojados, en donde guarecerse.

La cultura no les ha entrado, ni siquiera con sangre, como tampoco uno pudiera pensar, la religión. La ley esta dada por el estilo, por el sello, por la marca personal. Cada uno se ha hecho a sí mismo. Y si todos bailan al son de la cumbia ranchera, todos lo hacen con un paso propio, que jamás vieron ni verán en los programas juveniles. Porque la alegría de los huasos y las huasas, no se televisa. Su ropa no es tendencia más que para ellos, como individuos. Nadie se viste igual al otro, ni toma, ni fuma como el de al lado. Así convivía el paso del delgado y macho cincuentón con un pañuelo amarrado al cuello, jeans negros con cinturón de hebilla ancha, con el viejito de terno negro, y el caballero de gorro alone y chaqueta de lino blancos, el mozalbete de chaqueta de cuero y camisa a rayas, y las mujeres, todas destacando su beneficio como huasas que son.

Y ahí bailando con el muchachón Cristóbal Felipe, de 23 años, entendía que el orgullo racial era justamente la envidia a la libertad de no tenerla. Porque ese cabro con pómulos de indígena, pelo de cholo y porte de patrón, tenía cancha tiro y lado para ser cruel como un bárbaro, fuerte como un polinesio, divertido como un brasilero, canchero como un argentino, borracho como un vienés, sin ser ni siquiera chileno, pues distinto completamente a sus valores republicanos y sus aspiraciones de educarse gratis, en una ciudad que homogeniza con su trastabillar civilizarte, con su polución y podredumbre, con su reverberar en el área de servicios, bailaba y tomaba en el pueblo, su pueblo, del cual no pensaba moverse ni cambiar, para seguir en la misma; esperando la pichanga, el paseo al río, la cosecha, el dieciocho, el dieciocho chico, en una diletancia feliz, con olor a humo, a churrascas y ponche de durazno.

lunes, 3 de octubre de 2011

En forma



Tener un presidente que le queda grande el poncho, y no solo eso, sino que la camisa, la chaqueta, los pantalones y supongo que hasta los calzoncillos, de forma literal, es evidencia de lo informal o sin forma que tiene el poder en este momento nuestro país. Podríamos decir, a la manera de lo Ferdydurke, que la ciudadanía cayó ante el “podermiento” de la derecha. Presa de su necesidad de cambio, y con ganas de creer en una “nueva forma” de gobernar, se lanzó a la aventura y eso siempre requiere de la aceptación del ensayo-error.

Podríamos decir que la clave de la “nueva derecha” es precisamente ese vacío conceptual que la convierte en un experimento del que se pueden esperar inciertos resultados. En barbecho, en veremos, en rodaje, ajena a la fosilización en que se encuentra la antigua derecha, y el agusanamiento y podredumbre en que se encuentra la Concertación, tiene cancha tiro y lado, para incluso volver a repetir los errores del pasado como si fueran inéditos y frescos errores.

Esto pudiera parecer terrible, porque no puede ser que un país sea gobernado por gente en “pañales” con todo lo hediondo y repulsivo que resultaría, llegado el momento, tener que “mudar” a la elite. Pero es en efecto esa la mala manera, la mala forma de la derecha, la que nos otorga el poder de conseguir fisurar el podermiento por medio de la crisis, o crítica, o enjuiciamiento, de quienes no pudiendo detentar el poder, si podemos desacreditarlo.

El descrédito surge de la mirada de que un igual de falible, un igual de torpe, un igual de ridículo, venga a gobernarnos. Porque eso es en resumidas cuentas lo que sucede. Que reflejados nuestros defectos con estupor, hemos querido combatirlos.
Es cierto, existen grandes diferencias que aumentan aún más la coherencia de querer blandir la molov. No somos asesinos, ni tampoco nos hemos hecho millonarios por medio de la usura.

¿Qué hubiese sucedido si el mal menor hubiese sido la apuesta cuerda y lógica para continuar teniendo un país con gobernabilidad? Simplemente, en esa “forma”, típica en la mascarada, en la diplomacia chanta, en la democracia de los acuerdos y en la medida de lo posible, nunca se habría dado paso al caos que tiene por delante el génesis, por el puro devenir, sin promesas mediante, con el puro materialismo histórico como ciencia piloteando hacia el futuro.

Es por eso, que no tenemos que lamentarnos tanto. Porque efectivamente en estos cortos años se ha hecho más que en los 20 aletargados por la lógica procedimental y de las buenas maneras.

Porque está claro que no podemos seguir renegando de lo que somos, que debemos hacernos cargo de lo que eligieron los que sabían que no querían elegir más la pose, y que nosotros, los que no elegimos nada, porque no creemos en la elección de patrones, nos convino, porque devino en la forma de la no forma.

Ahora, peligroso me resulta que la “izquierda” que como la ultraderecha conservadora y pechoña, calza corazas y fuertes dogmas, continúe con las formas delimitadas impidiendo que se oxigene lo que se supone de verdad humano. Podríamos decir “lo que está en el fondo”.

Por ejemplo, Ricardo Lagos Weber, el unigénito que podría ser el llamado a desatar la hecatombe, el humano drama matando al padre, su triste legado, la farsa de un conglomerado del cual sólo queda la “forma”, está ahí, contento con la herencia, con lo que otros le construyeron como legado e incluso como personalidad, siendo que pertenece a la “generación de recambio” que pudiera romper con esos moldes. Pero no. La forma de madre encarnada por Bachelet, y de padre encarnado por Lagos Escobar, recrea su forma de hijo prodigo de la Concertación. Un hijo cómodo de esos que se queda a vivir para siempre en la casa de sus padres, o que a lo más, se construye una casa en el patio.

Por eso ahora es cuando, desde el amorfo sentimiento de un todo junto, parar con desmadre ese rígido esquema que desde la constitución de Moisés nos hostiga y amenaza, como si fuera, a cualquier intento de insubordinación, de autenticidad, de arrancamiento con los tarros de la cultura obligada, a rompernos en la cabeza las duras tablas de la ley escritas en piedra por el mismo Dios.

Y esa amenaza, hecha de la peor forma, quizás es justamente el arrebato que esperamos para reventar el cerebro humano, partirlo en varias partes, y liberarnos de las infinitas formas que tiene de solaparse para estar “en forma”.

Vencer la tradición


Si bien venimos saliendo de un par de días plagados de “tradiciones” no por eso no vamos a criticarlas. Muchas de éstas nacen de las entrañas mismas de la soberbia humana, de ser los “inteligentes” del reino, y que por eso, podemos joder al resto con nuestras técnicas de dominación.

Varios ejemplos de “soberana estupidez”, y sospechosamente atados a una identidad nacional existen por doquier. La pelea de gallos, de perros, la tauromaquia, el rodeo, el hostigamiento del oso, el enganchar del cogote a los ganzos, sin contar los circos y los mataderos, son todas prácticas que se realizan al alero de la patria, en distintas partes del mundo.

La verdad es que soy una persona omnívora, pero me da vergüenza tener el hábito de comer carne, siendo que con todo lo que nos provee la naturaleza, podríamos sobrevivir con los nutrientes necesarios, sin tener que comernos a nadie.
Es cierto que para hablar de esto, debería predicar con el ejemplo. No basta con lamentarse y simpatizar con Srila Guru Maharaj, quien es uno de los activistas más comprometidos con “La revolución de la cuchara”. Sin embargo acudí a una de sus charlas, a pesar de ser omnívora y atea.

“¡Por favor sean vegetarianos, se los ruego, no manchen de sangre su mesa! Pongo las manos al fuego de que no se arrepentirán. La comida es uno de los momentos más místicos en donde podemos compartir y celebrar lo que la tierra nos ha dado tan amorosamente.”

Cierto, me dije, y acto seguido viví un dieciocho como todo chileno. Me llené el estómago con el dolor animal, me curé como zapato, y presencie por las pantallas de televisión la Gran Parada Militar, con autoridades como Ezzati, Girardi, Piñera y Hinzpeter.

Y me sentí culpable y chanta, por ser chancho comeafrecho, animal de crianza que se deja someter por regalías repugnantes de bacanal barata, pero con el agravante que soy una persona con discernimiento, o eso estilo creer.

Me da pena cómo se han construido las sociedades, al entender, en resumidas cuentas, que es uno mismo el que está hasta el cuello de todo eso que dice odiar. Que a todos nos aprieta el zapato, y que cojeamos por la vida, sin ánimos de andar con la agilidad del descalzo. Pues sabemos en el fondo, que luego de tanta sangre y desperdicio, nuestros pies terminarían embardunados.

Sabemos que el arrojo tiene un costo, sobretodo personal, el que siempre es rehuido. Que se solapa en el vértigo de la verborrea, en la invención de nuevas ideas, en la moda que oficializa una “causa”, que cubre nuestro vacío.

Hay que reconocer que hay intentos de ser revolucionarios, de creer en que las cosas cambian, pero como se dice, para eso es necesario que la caridad comience por casa. Por ejemplo, que los papás profesores dediquen tiempo de calidad a sus hijos, o que los estudiantes, en estos días de lucha, se eduquen de forma autodidacta.

Como sabemos “en casa de herrero, cuchillo de palo” y eso es justamente lo que se debe comenzar a cambiar. Esa tradición de dejación y diletancia. De autoindulgencia y mediocridad.

Tomo como desafío la revuelta interior y permanente. La que se manifiesta en el intersticio entre la piedra y el musgo, entre nuestros deseos de cambio y nuestras tradiciones y hábitos más arraigados.

Es ahí, donde siempre ha sido, donde tiene que dejar de ser. En la mínima decisión de sincerar prácticas y verse así tal cual: un depredador, que desgastado, come de la mano del amo, como si fuera pichón, las sobras extraídas del dolor de otra carne. De otra vida. Ya sea así, literalmente, o producto del usufructúo al sistema capital, cuando no entendemos que el tema no es estudiar gratis para negriar al ignorante, sino luchar por llegar al fondo del asunto. A romper con la usura, la profunda ambición y el miedo a perder el status, o la mentira que construimos para guarecernos domesticados por nuestros vicios.

sábado, 1 de octubre de 2011

Entrevista completa a José Miguel Varas



Fe de Erratas: Por un error de mi parte, dije a Punto Final que fue realizada el 8 de septiembre. Sin embargo,la entrevista fue realizada el 15 de septiembre en el departamento que compartía con su esposa Iris Largo.


José Miguel Varas, el periodista por antonomasia

“La televisión es una gran falsificadora de la realidad”


José Miguel Varas comenzó a desarrollar una brillante carrera de periodista a la tierna edad de 13 años en el Instituto Nacional con la revista “El Culebrón”. Y aunque estudió leyes un par de años y fue alumno de Literatura y Filosofía, contribuyó desde todos los frentes y formatos a generar comunicación social. Fue por este motivo que pensamos junto mi tío, Raúl Urrea, que volvió a las aulas escolares a los setentitantos, en entrevistarlo para que nos hablara de la televisión, con el fin de que otros estudiantes, por cierto más jóvenes, pudieran entender el estado de este medio, sus implicancias y cómo una vez, fue pensada con criterios distintos al del capital y el consumo de contenido chatarra. Sin duda, José Miguel era la persona indicada. Había estado a cargo del área de prensa de Televisión Nacional de Chile durante la Unidad Popular, toda su obra tenía una estricta responsabilidad y ética, su trabajo tanto en Radio Moscú como en Revista Rocinante, fue comprometido y deslumbrante, además de ser premio nacional de literatura el año 2006 y escribir entrañables obras, tan distintas entre sí, que lo caracterizaron por su creativa versatilidad. Su diagnostico certero, su problematización profunda, que pasa por la historia, el movimiento estudiantil, la tragedia, el espectáculo e incluso el fútbol, y sobretodo su capacidad para generar estrategias avaladas en su convicción de estar frente a un cambio social, es lo que queda registrado en ésta, la última entrevista a José Miguel Varas, que hasta los 83 años se entregó profundamente al oficio de periodista.


Usted fue el encargado de llevar adelante el área de prensa de Televisión Nacional durante la Unidad Popular ¿Qué proyecto país desde la televisión había para Chile?


La televisión en ese tiempo fue parte del conjunto de trasformaciones que Chile estaba experimentando en temas sociales y económicos, elementales en las transformaciones de base. Entonces, naturalmente las personas que dirigían el gobierno, se hicieron cargo desde el Estado de las expresiones sociales y culturales, tendiendo a crear una televisión diferente a la que hubo antes. En resumidas cuentas, una televisión cercana a la realidad, que reflejaba los problemas y dificultades de la gente, y la fuerza que se desprendía del movimiento de la Unidad Popular, que era realmente extraordinaria, y que se manifestaba en intentar dar soluciones a esas problemáticas. También la televisión intentaba dotar de enriquecimiento cultural a través de la producción de obras televisivas, por ejemplo de teleteatro, muy importantes y recordadas hasta ahora, como la serie Balmaceda, y por supuesto daba la posibilidad de expresión a aquellos que no habían tenido nunca una tribuna más o menos amplia: los cantores populares, o los investigadores del folclore. Era la televisión parte de un programa muy amplio en el sentido político, aun teniendo una tendencia, y no pongo en duda que hubo algún error en el exceso de celo de parte de alguien, sin embargo lo importante era que teníamos una televisión sintonizada con el país, y por supuesto con el gobierno, cosa que rara vez ocurre en Chile, o nunca, salvo en esa ocasión.


¿Cuál es la importancia de la televisión en la sociedad?


La televisión funciona con argumentos que tienen un refuerzo tremendo dotado por el poder de la imagen. Prácticamente no hay nada comparable a la influencia de la televisión y su capacidad de capturar a la audiencia y de tenerla hipnotizada, mirando eternamente.


Falta entonces recuperar una televisión que no sólo capture al telespectador, sino que también lo influya a participar de la realidad


Y eso tiene que ver con la trasmisión de contenido de todo tipo. Hablando a la manera de los revolucionarios históricos, Lenin decía que de todas las formas de arte, la más importante para los bolcheviques era el cine. En esos tiempos la televisión no existía, pero el cine por el hecho de que concentraba a un grupo de personas que en penumbras miraban la fuerza de una imagen, es comparable con lo que sucede con la televisión. La diferencia en ese entonces fue la capacidad que tuvo de enviar un mensaje que fue captado por los espectadores, para de alguna manera, contribuir a movilizarlos. Eso era lo que Lenin consideraba esencial del cine y era por lo cual lo definía como la forma de arte más importante en ese momento para los bolcheviques. Estas consideraciones podríamos creer que son puramente pedagógicas y que enseñarle a la gente mediante la televisión podría resultar un error, pero lo más importante durante la Unidad Popular fue el reflejo que podía ver la gente de sí misma y de lo que ocurría, incluso cuando la problemática se hizo presente en la contradicción entre las fuerzas que habían sido desplazadas por el poder popular y este.


¿No cree usted que hay una tendencia muy marcada de la televisión a buscar la tragedia?


Esa es una característica de la prensa en televisión, y de como se ha desarrollado históricamente el periodismo por la gran influencia norteamericana, en donde lo importante es lo sensacional y muy a menudo, lo sangriento. Eso es lo que conmueve más profundamente a las personas. Este tipo de móviles no eran los que nos motivaban a nosotros cuando hicimos prensa a través de la televisión. Lo que nos interesaba era mostrar el claroscuro de la realidad, la complejidad de la vida. Reconozco por cierto, las variadas dificultades por las que tuvimos que atravesar, porque poder hacerlo está sujeto a un proceso. Recuerdo un programa muy notable llamado “Póngale el Hombro” que fue un estímulo para el trabajo voluntario, el que tuvo un gran desarrollo durante la Unidad Popular. Gracias a esos testimonios, que relataban lo que la gente estaba experimentando, se alimentaba un grado de participación muy alto.


Como ve usted, el pueblo queda bastante lejano al protagonismo en la televisión actual


No hay participación real. A la gente se le pide la opinión para saber si están sintonizando este u otro canal. Ese es el único feedback posible. En sus inicios, la señal de televisión estaba sujeta a una institución universitaria, pero luego se abrió para que cualquier privado pudiese emitir lo que se le ocurriera. Por eso es complejo, porque evidentemente el periodismo que se hace en televisión, está sujeto a intereses comerciales del canal en primer lugar. Luego está al servicio de una determinada orientación política enmascarada, lo que significa además, con las técnicas modernas, la posibilidad que se expresen voces diferentes para dar la sensación de objetividad. Muy norteamericano por lo demás. Entonces, el hecho de que haya voces disidentes toleradas en cuanto a volumen, es una necesidad para ellos, porque así reflejan una supuesta realidad. Pero cuando se trata de temas trascendentales para el sistema, esa objetividad desaparece, porque nunca existió. Siempre fue una ficción.


La televisión falsea


Desfigura. La televisión da la sensación de realidad, pero es una gran falsificadora de la realidad. Y a través de sus servicios informativos se hace muy evidente. Son muy sofisticados, tienen contactos con cualquier parte de Chile y el mundo con excelentes técnicas de transmisión de imagen etc, pero toda la cobertura se le da a temas “favoritos”. No por casualidad los temas policiales son los preferidos. El morbo es lo que se muestra y no qué hay detrás, que es un problema real, social. Finalmente todo se trata como una novela policial, o de terror.


Lamentablemente ahí es dónde aparece como protagonista el pobre


Los sectores populares de la población sólo aparecen como protagonistas en los hechos policiales. Muy excepcionalmente en otros casos. En el fútbol, en alguna medida, pero el fútbol también se ha convertido en un sistema de “estrellato”. El deporte mismo tiene bastante poca importancia. Lo más importante es cuanto se pagó por determinadas estrellas de fútbol, quién va a ser el entrenador que garantice los “éxitos”, y además lo que ya sabemos, qué los grandes equipos de futbol a nivel mundial son de propiedad de determinas empresas, y a nadie le asombra eso hoy en día.


Y el jugador es de propiedad de alguien como si éste fuera un esclavo


Seres humanos que se compran y se venden. Eso ya a nadie le extraña, pero es una aberración.

Retomado la idea que todos somos una pieza para encajarnos de una forma atractiva y donde pareciera que todos cabemos para responder a esa objetividad ¿Qué le parece el tratamiento del conflicto estudiantil? Ha tenido una gran cobertura de prensa, pero de todas formas no ha sabido explicarle a muchas personas qué es lo que está detrás de las marchas.

Ese es el déficit de la información, el no explicar claramente qué es lo que está en juego. Y hay que tener cuidado, porque efectivamente la cobertura es muy amplia y registra las opiniones de los dirigentes estudiantiles que son partidarios de los cambios en la educación, ahora hay que ver las proporciones en que esto se refleja, pero también hay cobertura, y desmesurada, para difundir la violencia que ocurre al final de estas marchas. Es complejo, pues esto indica un malestar social, que se manifiesta de esta manera porque no tiene otra forma de expresión política, pero este fenómeno no es explicado. El tema de la educación preocupa a todas las familias chilenas porque están esclavizadas, haciendo esfuerzos sobrehumanos y terribles para poder mantener a sus hijos en la universidad, o para educarlos, en un sistema de crédito usurario, con aranceles desmesurados, que llevan a que se produzca este tipo crisis.



La publicidad que vende la oferta educacional por las pantallas de televisión, echa mano al éxito, al status que se logrará estudiando. No ofrece ser más culto o tener poder como ciudadano para trasformar la sociedad mediante el conocimiento, sino que asegurar el futuro por medio de una plaza laboral


Es perverso. Además, estipula cuales son las carreras que producen más rápidamente una buena renta. Crea un estudiante al servicio del sistema. Al servicio del éxito personal. Todos los valores están trastocados en la sociedad por las fuerzas que hoy la dominan.


Hemos estado volviendo recurrentemente a la tragedia nacional. Se le ha sacado el jugo a la muerte de Felipe Camiroaga, centrando la noticia en el dolor, y en las manifestaciones de una sociedad cristiana que no busca responsables. ¿Qué piensa de estos discursos que se emiten desde la televisión como oficiales o de consenso, sin antes haber debatido respecto a estos temas, prácticamente tabúes?


Hay una manipulación tremenda de los sentimientos de la gente. Evidentemente se produce una gran identificación entre algunas figuras de la televisión con gran capacidad de comunicación, con gran simpatía personal, incluso con cualidades humanas notables, en algunos casos, que los conecta con un público masivo. Por eso, la perdida trágica es un episodio de una gran teleserie en donde estamos todos metidos y que se va desarrollando día tras día, con el hallazgo, o no hallazgo, de más restos del avión, de las personas, con otro accidente entre medio de un suboficial de la Fuerza Aérea, además de un tremendo despliegue tecnológico para localizar esos restos, en el cual el Estado no se fija en gastos, que operacionalmente debe tener costos monetarios muy altos. Es cuando uno se pregunta dónde están las prioridades. ¿Porqué esos recursos no sirvieron para hacer un aeródromo como la gente? La gente de Juan Fernandez, según me contaban, para llegar a tomar el avión tiene que caminar de tres a cuatro horas, donde sólo hay un cobertizo pequeño. No hay torre de control. O sea, es de la precariedad más absoluta, que demuestra el abandono terrible en el que se encuentran nuestras regiones, en contraposición con este despliegue tecnológico y de “precisión militar”. No sé hasta qué punto la gente puede abstraerse de estos fenómenos, con todo lo que tienen de emocional. Se debe meditar un poco más a fondo sobre las cosas que están en juego y lo que demuestra el fenómeno curioso que se da en este caso, en donde los muertos se convierten en una especie de santos, por la familiaridad que tienen con el público.


Las señoras que están muy acongojadas por la muerte de Camiroaga no siempre adscriben a las luchas progresistas que él dio por medio de la televisión. No tuvo mucho eco a pesar de la fuerza de su personaje, que también publicitaba créditos de consumo de una importante tienda de retail.


El fenómeno de la televisión es una forma de esclavización de la gente, en términos de la manipulación ideológica que sufre. Pero por otra parte, hay una necesidad de registrar otras cosas. No hay que extremar lo negativo, porque yo creo que esas causas, y es lo que estamos viendo este año en especial, si tienen un eco en la población bastante grande, incluso más grande que en otras épocas. Hace dos o tres años nadie se hubiese imaginado semejante manifestación por un tema medioambiental como el de HidroAysén. Algo cambia en el país. La sensación de fracaso de este sistema se da en todos los ángulos. Se está experimentando el fracaso de lo que aparentemente ofrece: bienestar, estabilidad, felicidad para las familias, abundancia, y sobretodo capacidad de mejorar el status que la gente tiene. Es decir, la gente se ha dado cuenta de la gran farsa del capitalismo desregulado que vivimos en Chile.



¿Cómo podríamos generar nuevamente un proyecto político de televisión para Chile?


Quizás replicando lo que se hace en países más desarrollados. Organizar grupos que formalmente se dediquen a hacer presente temáticas importantes en la sociedad y que la televisión ayuda a falsear y ocultar. Un fenómeno serio y grave, es el que ocurre con los mapuches, en cuanto a su problemática de tierras, de violencia policial constante que los somete a un régimen “democrático” diferente al de los demás chilenos. Todo esto no existe en la mayoría de las pautas de televisión. Existe solamente cuando son 4 los meses en huelga de hambre, o cuando algún incendio afecta a un importante estanciero de la región. La pauta noticiosa no toma en cuenta los procesos más serios y profundos que están ocurriendo y muchas veces noticias gordas, se pasan por alto simplemente, cuando no corresponden a lo que se ha ordenado destacar.


Hay mucha prensa independiente que está surgiendo, pero aún estando el esfuerzo de poner todos estos temas en parrilla informativa, no es capaz de seducir a la audiencia acostumbrada a los viejos esquemas del capital ¿Qué me recomienda para que mi abuela, mi tía, mi mamá, no caigan en esta trampa que les pone el sistema, para que entiendan que la realidad es la realidad y la televisión es la televisión aunque pretenda hacer creer que es reflejo de la realidad?


El conjunto de ideas dominantes es bien difícil de abolir. Por eso yo recomiendo paciencia, constancia, tenacidad para los efectos de convencer a la gente y hacerla profundizar un poco más en su propia experiencia y ver lo que realmente es el sistema y lo que es la vida. Muchos de los problemas son agudos para la gente y es fácil que adquieran conciencia de ellos, en la medida que puedan liberarse de este mundo de fantasía que la televisión crea en nuestras cabezas.

AGRADECIMIENTOS: A todos los que hicieron posible esta entrevista, y especialmente a Raúl Urrea y Carlos Paez.

Con José Miguel en la memoria.