jueves, 29 de mayo de 2008

Buena para nada y el fractal


Corro el computador hacia adelante. No me interesa hacer mayor esfuerzo. Yo sigo donde mismo. Sí, soy floja, siempre lo he sido. Una buena para nada. Desde chica se me caen las cosas al suelo, se me mancha la ropa con químicos que fagocitan mis prendas. Así me he ido por la vida, haciendome cargo a medias, o simplemente no haciendome cargo, intentando que la beneficencia de mis cercanos me sostenga a duras penas. Estoy sin luz. Se me olvidó pagarla y aunque hubiera querido, no tenía dinero. Soy improductiva. Soy de esas que deberían haber sido putas o algún subproducto de lo mismo. Pero además de floja, improductiva, ya y para los que me conocen, soberbia, soy conservadora. Enchapada a la antigua. De valores patéticos que se arrastras como una cola, que a estas alturas tiene huellas de barro marcadas en todo su ancho y alto. Pésima mezcla. Como una princesa venida a menos. Me imagino que puede que sea rusa... Si puede ser. Una zarina empobrecida, presa del Soviet.

Hoy me despierto con una sensación maravillosa. Mi mente hacia tiempo que no me regalaba un buen sueño. Estaba en el cielo. Tenía una maestra indú. Ella no sabía que era mi maestra, pero yo la admiraba profundamente, cosa rara. Había viajado a un lejano lugar a casarse con un señor indú rico, pero se devolvió, porque pasadas cuatro semanas el hombre la puso en la categoría de segundas esposas. No lo soportó y se vino nuevamente a ese lugar donde yo estaba. Desperté con una lección de dignidad y trás mis ojos aún se veía el verde prado. Un ojo cosmológico me seguía, vibraba. Me levanté, porque ya había sido abandonada...ya lo dije, soy floja. Eran las 10 y aún siendo la visita, no me acomedía a dar un trato privilegiado a mi anfitrión. Mi mala educación abrió el refrigerador y sacó una punta de queso amarillo. Diremos que unos 2 centimetros cuadrados. Se me agarro de sopetón por el brazo y se me increpó "No te comas el queso que es para el desayuno".
Dejé el pedacito de queso en su mano bondadosa y me volví a acostar. Traté de evocar a la indú y su traje violeta, pero no me persiguió más que la idea que era una pobre mina,yo, completamente buena para nada, floja y miserable. La cuenta de la luz impaga, la reunión de tesis y mi incapacidad productiva. Cometer un crimen, dejar de resistir y volverme loca de una vez, podrían constituir una buena salida, una más interesante incluso que el suicidio. Ya que se creía tan listo por pertenecer a una institución gubernamental...ya que creía que ese amparo le daba potestad sobre su entorno, sobre su patria,sobre el centimetro cuadrado de queso, yo haría lo mismo, pertenecería a una institución, tan estatal y adoctrinadora como la suya...
Tomé desayuno, comí del pan que preparara, tome el té tibio y dulce que me sirviera. Le pedí para la luz. Me dio lo suficiente, si es que no me cobran cargos...siempre lo hacen.

...A mi me gustaría trabajar recogiendo desperdicios en las playas, leyendole poemas a las gaviotas, abrazando perros, dandole vuelo a los columpios, contando chismes en los dormitorios, viendo programas fomes, cantando pésimo cantos mongoles, escondiendo remedios tras los cojines, combatiendo fantasmas en los sótanos, llenando de garabatos las contratapas de los libros, posteando a idiotas que nunca serán leidos como quisieran, haciendo amigos imaginarios en los bares,tiñiendome el pelo de colores inverosímiles, convidando a fiestas funerarias, contando chistes a las afueras de un hospicio, traduciendo los sonidos de las guaguas...

jueves, 22 de mayo de 2008

Latifundistas neoliberales muy republicanos: los colage líder



Luego de tanto tiempo siendo el Laboratorio del Capitalismo, es posible que problemáticas existenciales vengan a asechar a los chilenos.

El Estado es popular en Chile. Es un lugar representado diariamente en las pantallas, como un reality. Casos de corrupción, libros negros de los tres poderes, hermosas tenidas de Andreolli. Por su gerencia están compitiendo políticos y empresarios.
Además es entretenido. El Estado es farandulero gracias al The Clinic. Hay de todo, y son chilenos de carne y hueso. Son nuestros colage líder. Latifundistas neoliberales muy republicanos. Nos podemos identificar con ellos, menos en su calidad de vida e influencia pública.

El colage líder, es un personaje enigmático, actúa de acuerdo a las tendencias de satisfacción garantizada y emite un mensaje cortito, ojalá entretenido, o largo y bien sentimentalón, construido hábilmente por los medios de masas. La expresión acordada en el estatuto, en el marco, la que se acomoda dentro de una cajita rectangular, en donde los actores son permanentes como en la ópera China, pero parecidos a los de Miami Bays.

El colage líder, es un modelo que intenta provocar un determinado actor social.
¿Somos cómo somos, o somos como ellos quieren? ¿Copiamos su modelo, o ellos son nuestro reflejo? ¿El pueblo tiene los líderes que se merece? ¿Hablamos como en la tele? ¿Cómo se habla en la realidad? ¿Qué nos importa realmente? ¿Los pesos- puntos del Líder, el crecimiento del PIB, o el retraso del final de Lola?

Estamos pegaditos a los medios, y por supuesto a nuestros colage líder, y eso ha repercutido en nuestra sociabilidad. Si bien los seres humanos según Nietzsche “somos islas en un mar sin orillas”, las comunidades poseen ciertos códigos que ayudan a avanzar en conjunto. En Chile existe un patente problema y es que los colage líder están en una “volada” que no corresponde a las “voladas” del conjunto. El colage líder se ha esmerado en proponer necesidades nuevas, sin resolver las originales, convirtiendo la realidad en un sucedáneo.

La metalengua se aleja (y con ello el sentido estético y conceptual) y las estadísticas se nos abalanzan heroicas. De esta forma nos redescubrimos como chilenos. ¿Cuántos chilenos piensan que son bonitos? ¿Se siente un “luchador familiar”, un “aspirante inseguro” o un “marginado descreído”? ¿Qué cualidad tiene el chileno?: a) trabajador, b) ninguna cualidad, c) patriota, d) alegres, espontáneos, e) valientes, sufridos, sacrificados.

La alternativa e, es una “cualidad”, aunque ustedes no lo crean, para un 34.2% según una encuesta de PNUD. Es decir que un 34, 2% cree que el dolor es edificante.

Las historias sobre los afortunados colage líder, tienen su clave en la alternativa e) valientes, sufridos, sacrificados. ¿A qué niño de la época no se le cayó una lágrima escuchando la historia de los pollitos de Fra-fra, o sobre la hermosa constitución familiar de Somerville, Lucksic, Piñera o Alvear? Ellos han podido contar la historia, al igual como lo hace la temporera, la jefa de hogar, el estudiante que labura, claro está, en su modesta casa y no en un set, y sin el resultado monetario de los esforzados emprendedores pentamillonarios, ni el prestigio y poder de nuestros adalides políticos, ambos pertenecientes a la casta de los colage líder, que pautean el Estado nacional.

El discurso fragmentado, contradictorio, que no crea verdaderas redes y convierte la sociedad en un mito, es el que emiten los medios de masas para confundir a los ciudadanos, todo esto a cargo de los colage líder que nos administran. La muchachita que opta por la famosa “vida”, no recibe una pensión alimenticia para la “vida”, ni asegura una buena educación para la “vida”, y ni siquiera puede asegurar que la “vida” no termine quemada a lo bonzo en la plaza de la Constitución o siguiendo el destino de los héroes de Antuco.

Se confunde a la gente para que haga lo menos conveniente para si misma. Te hacen creer en un modelo, que solo les resulta a los que tiene mucha plata, o que poseen verdaderas redes de poder. Los colage líder las tienen, pues su verdadera clave no es ser valiente, sufrido ni sacrificado, su clave es ser transversalmente frívolo y haberse separado hace tiempo de un pueblo de “rotos” que jamás comprenderán su visión de estadistas.

“Sea sacrificado, sea valiente, saquese la chucha porque “al que madruga Dios le ayuda”, aunque “no por mucho madrugar amanezca más temprano”. Usted sufrirá por el patrón, para que él sea rico y poderoso, mientras usted sigue hundiéndose en el lodazal de la mediocridad.

Por eso entiendo al Rupe cuando dice que somos más chilenos que humanos.

Estamos obligados a una conciencia nacional completamente extraviada, según parámetros antojados y arbitrarios y para más mala suerte, advenedizos, artificiales, ajenos, capitalistas. ¿Usted se ha preguntado si es un “capitalista”? ¿Usted se ha preguntado cómo vive alguien que no es “capitalista” en un país Capitalista?

Esta claro que esa “tradición Republicana”, de la que hablaba Lagos, es una verdadera marca registrada que hace del Bicentenario, el mayor evento histórico de la escena política chilena. Somos un país que cree en el Estado, pero que lamentablemente cree en el sacrificio. Un país que está confundido, pues los líderes también son patrones, y además son chilenos, como uno mismo, y por lo tanto, son aceptados y admirados, por su polifuncionalidad.

No es papi Estado, es papi patrón Estado y además Emprestado. Seguimos siendo un inquilino pusilánime.

La exposición publicitaria de la patria, con los colage líder en un limbo, ha hecho perder la esencia social que tanto persiguieron los héroes concertacionistas cuando estudiaban gratis en alguna de las Universidades Públicas del Estado, y no eran un modelo discursivo tan poco prolijo. Unos hombres y mujeres, tan abstrusos; latifundistas neoliberales muy republicanos, que hacen lo que les parece sin escuchar ninguna otra voz más que las de si mismos. Un colage humano de lo más conveniente en el mercado.

jueves, 15 de mayo de 2008

Le dije sí a la vida, pero me costó CARÍSIMO


Una clase de yoga mental transcurre en las noches, donde los tentáculos del recuerdo logran elongarse hasta parajes remotos y pausadamente grotescos. El olvido diurno a llegado a remolinarlos con el afán mágico de que sólo se vuelvan colores, pero las palabras y los sucesos a veces cobran tal realidad en los sueños, que al amanecer una contractura cerebral me colapsa y la primera orina de la mañana se hace sólida y dolorosa.

Estaba ahí, frente a todos, con el uniforme que nos identifica con esa notable vergüenza propia de ser nada más que adolescentuchos. Yo, más ofendida que el resto, con un disfraz pedófilo y torcido de monja saiko, madre ya hace casi un año, no me creía el cuento de ser una chiquilla en formación. Mi transito había sido tan rápido como primitivo: una rotura de himen, luego de sufrir de un tenaz estupro por casi 2 años, una sexualización coludida y consuetudinaria; ya era mujer.
Esas niñitas que jugueteaban a gustarse y a esconder sus partecitas inmaduras pero infectadas desde siempre por la calamidad dérmica de las espinillas en el culo o la implacable retención de líquidos en los muslos, o la piel de naranja en la barriga, o la tensión siempre apocalíptica de la gravedad en los pezones, no conocían aún la dolorosa peregrinación por el deseo de la penetración. Esas niñitas, aún felices en sus bachilleratos y sus comentarios de series juveniles, se separaban de mi, como si exprofeso hubiera elegido el camino del dominio de mi cuerpo. A pesar de ellas suponer de que yo hacía lo que quería, eran ellas las que hacían lo que querían con su cuerpo, pues aún se pertenecían a si mismas y su exploración curiosa, salvaje, intuitiva y gozosa, era el verdadero sosiego e independencia. Yo, adoctrinada en las prácticas, no era más que una ciudadana del género y mi rol histórico comenzaba a apoderarse a través de un poderoso instinto de preservación destructiva (de mi misma, por eso creo que cualquier interrupción del embarazo en adolescentes menores de 18 años es meramente "resguardo de la salud física y emocional de la madre"), que bien era empleado con más racionalidad por quién era mayor que yo, 4 gloriosos años, y que portaba el adminículo que agredía al hacer soberanía en mi cuerpo.
La verdad es que mucho antes de los quince años, pude haber quedado embarazada. Hinchada como paté hasta las postrimeras. Pero me escondí del fluido que manaba, no sin sentir repulsión, hasta que un engaño pueril y precoz, me hizo absorber todo el esperma, hasta devorarme las entrañas con el parásito humano. En ese tiempo no podía llegar a entender completamente de qué se trataba y no era de ninguna condena decir que ese hijo no era lo que yo anhelaba. Pues bien sabía yo qué era felicidad y siempre había sido estar fuera de los roles impuestos por ese señorito correctito que lograba deslumbrar con sus ojitos azules y su porte promedio, a todo adulto con quien entablara una conversación, que siempre llegaba a un arrebatado cliché de poética admiración al futuro. Él soñaba con un trabajo de oficina y una mujer llena de hijos en una casa modesta con olor a fritangas, en donde los armarios estuvieran perfumados y al fondo de la casa hubiera una piecesita con escritorio, biblioteca y un barcito con habanos y una botella de wisky. Yo lo sabía y es por eso que acabé cualquier tipo de contacto, un año exacto antes que se produjera la fecundación, alejamiento que no perduró lo suficiente. El lobby parental fue excesivo y por esos días el mozo iba a aprender junto a mi madre lecciones de inglés. Él ya no estaba en mi ciudad, sin embargo se esmeraba en continuar visitándome, pues no se resignaba a dejar a tan tierno ser para continuar amoldandolo a su antojo. Flores y chocolates y toda clase de cursilerías llegaron a mí con frenética exposición pública. Eran entregados honoríficamente, en el salón de mi casa a vista de mis padres orgullosos, o en uno de los pasillos del liceo, en donde las muchachas, inocentes, envidiaban una suerte que se había extraviado desde hace tiempo. Volvimos, a pesar de mi incertidumbre, de mi sospecha trágica de que con ésto comenzaría una vida ajena.

Cuando el niño tenía una año y medio, ya no soporte más a su padre, ese devoto estudiante universitario, que visitaba a esta escolar de tercero medio, que era su esposa, y a ese niño que puso con determinación su mismo nombre, una vez al mes, si es que había suerte.

Recuperar el tiempo perdido fue mi entusiasmo y aún amamantando al niño, volví prontamente a clases y a danza, manchando cada 2 horas mi jumper con leche caliente y mi malla celeste, que nunca pudo calzarse como antes. Los estragos en mi cuerpo, me hacían frenar los impulsos sexuales, justo ahora, en la edad en que no se frenan. Y no conseguí la fuerza para tener un novio, hasta que mi mejor amigo, mi compañero de escuela, el que siempre estaba ahí riéndose de los absurdos pliegues de la vida, me tendió una mano. Terminó, como cuando iba en octavo básico, con su polola, para estar conmigo y estuvimos juntos. Salimos por las calles, y libres fumamos porros escuchando música, y fue él el que me inspiraba a pensar cosas vagas y maravillosas, a perder el tiempo ganando en risa, en confianza, en la tan meritoria alegría juvenil. Él no tenía apuros y no quería competir por ser el señorito pulcro y pedófilo. Y vivimos la vida como niños, con un erotismo válido y generoso.
Hasta que un día, yo, la Morgana, la mujer adulta y recorrida de 17 años, caí en el juicio público, por estar en el papel de quién somete sexualmente al débil. Tan extraño era todo. Pues a mí me pasaba una situación que, al padre del niño le debería, por justicia, haber sucedido. Pero siempre fui la culpable. La madre de mi "ex-marido" del padre de mi hijo, mi otrora suegra, me tachaba como "calzonera" y no pude poner un pie en su casa hasta que el embarazo acabó y comprobó con un álbum familiar en mano, el parecido del niño con su correctísimo hijo. Pues ahora, la madre de mi compañero de curso, me llamaba a una reunión en su casa. Cobardemente mi leal amigo, me obligó a apersonarme, no sin antes advertirme que esa señora era pía y devota, que a sus cincuenta años se encontraba estudiando teología en la Católica y que no debía contradecir a ninguno de sus consejos. Ese recuerdo ya olvidado, volvió a mí en sueños, anoche. Vi a esta señora sentada en un sillón, escudriñando entre mis pendejos, para encontrar la evidencia del abuso cometido a su niño. A ese niño que había sido violado a los 9 años por su prima de 15, a ese niño que fumaba pitos desde hacia tiempo y follaba con su anterior polola en la pieza de sus padres. Pero yo era la madre soltera del curso, la que sabía; "hácete hombre Arturo", le decía el profesor de física en sus clases al vernos sentados juntos; "dale su merecido Tobar", gritaba eufórico en los pasillos, en donde la manada se reía, con caprichosa inocencia. Y la madre llamó a la mía para decirle que yo era corrupta y marrana, que yo estaba pervirtiendo a su retoño, a su "Benjamín", menor entre dos hermanas. Y entonces mi madre entró a mi pieza, mientras mudaba a mi hijo, y me grito "maraca". Yo reí no sin soltar una alarmada lágrima y me quedé pensando sin lograr comprender nada.

Anoche tuve un sueño, tan real y solemne. Estaban mis compañeros y compañeras de uniforme y todos me sentían podrida lástima. Y unas casas antiguas eran filmadas desde su entrada, y como siempre yo me atrevía a traspasar la puerta y grababa más allá de los límites, un pasado feroz, en camastros hundidos, paredes mohosas y relicarios, y fantasmas, y calendarios con paisajes, y estampitas de santos y del sagrado corazón. Todo revenido y solitario. Como un cementerio.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Mujeres al borde de un ataque a mansalva

El verdadero desalojo de la mujer de la escena pública

Artículo publicado por la revista Punto Final

Por Karen Hermosilla Tobar

La existencia científicamente comprobable del punto G por medio de una ecotomografía transvaginal dio consistencia al más importante de los mitos sexuales conocidos por la humanidad. Ahora muchos dejaremos de dudar ante un profuso “squirting” o “eyaculación femenina”, la última moda en el mercado de la pornografía.

El esotérico punto G, no era más que una masa rugosa y altamente dotada de capilares a la entrada de la vagina. A pesar de esta simplicidad biológica, existen pocas Alfas en comparación con las miles de mujeres en Chile y en el mundo, que aún no han sentido ningún tipo de orgasmo, ni siquiera el éxtasis calificado como inmaduro por Freud. Si bien no son muchas las afortunadas de que su “pene atrofiado” secrete una sustancia parecida al semen, gracias a ellas se ha logrado que “la igualdad de las diferencias” y “la paridad sexual”, sean irrefutables ante la mirada obstetricia.

En un país donde las encuestan hacen las veces de Oráculo de Delfos, las cifras tienen la autoridad de verdad revelada. Una que contrasta con el descubrimiento del sexólogo italiano Emmanuele Jannini. El cuadro de estrés que sufren las mujeres se evidenció tras los resultados de la encuesta Adimark “Madres: Roles y estrés” -realizada a hombres y mujeres entre 30 y 65 años de Santiago-, reveló que un 60 % de las capitalinas encuestadas se reconoció con altos índices de estrés. Además, las mismas encuestadas también se declararon poco satisfechas con su vida sexual.
“Este malestar puede tener múltiples expresiones, desde un conjunto de síntomas físicos y psíquicos que muestran las mujeres, que se ha denominado “Síndrome del Estrés Femenino”, hasta desencadenar o favorecer diabetes, depresión, ataques cardíacos, ansiedad, insomnio, accidentes, alcoholismo o abuso de medicamentos”, precisa el gineco-obstreta Rodrigo Macaya, de la Unidad de Reproducción Humana de la UC.

El trabajo mal remunerado, la triple jornada, la presión social del rol impuesto por la hegemonía masculina, la inseguridad en la planificación familiar, mantienen en permanente crisis al “sexo débil”. Hasta razón le encuentro a Norman Mailer cuando decía: “La revolución feminista ha convertido a la mujer en ese tipo de hombre que a mí me entristecía cuando era joven, ese que tenía que trabajar de nueve a cinco de manera aburrida y nunca era dueño de su destino. Ahí es donde acabó su revolución, su asalto al poder”. El Punto G, se sitúa entonces como un discurso de poder que ventila y pone en vitrina la sexualidad femenina, sin que esto evidencie una práctica sexual frecuente y satisfactoria, sino más bien una mujer masculinizada, capaz de emular la expulsión de secreción vital.

Luego de esta reflexión aparecen ante mis ojos: Juan Colombo Campbell, José Luís Cea, Raúl Bertelsen, Marcelo Venegas y Mario Fernández, los ministros que parapetados en el Tribunal Constitucional se instalaron en el catre del pópulo y con moral victoriana prohibieron la distribución gratuita en servicios de asistencia de salud pública, el Postinor 2, o pastilla del día después, que a juicio de la ciencia podría resultar abortivo. Un discurso de poder que se apropió del cuerpo femenino para desde éste dominar al conjunto social con las costumbres de un pequeñísimo sector que apuesta por el oscurantismo; una verdadera fabrica de hijos bastardos.
Las cifras indican que en los sectores pobres una de cada cinco adolescentes menores de 20 años es madre, mientras que entre el sector acomodado una de cada 30 jóvenes tiene un hijo. De esta forma el crecimiento demográfico depende, para la oligarquía pechoña y latifundista, de las adolescentes desinformadas, vehementes bailarinas de reggeton, de las muchachas neófitas y desheredadas que crían hijos para la guerra y el trabajo asalariado. No sabemos cuantas de ellas poseen el punto G, pero gracias a la ciencia podríamos tener claro quienes de ellas son más proclives al apetito sexual y los humores pecantes. Así como va la cosa, ante la prohibición del anticonceptivo de emergencia, el alza de un 50% en anticonceptivos orales y la nula opción de acceder a un aborto higiénico y legal, podríamos generar Pymes y utilizar nuestro preciado cobre en la construcción de estilosos cinturones de castidad.
Lo increíble de la resolución del TC es que el levonorgestrel, componente activo de la famosa píldora de emergencia, resulta inconstitucional sólo cuando es distribuido por los organismos de salud pública, no así cuando es vendido por las grandes cadenas farmacéuticas. Parte de la misma trama es el alza de un 50% en los anticonceptivos orales femeninos. Todo parece ser un nicho de compra venta cuando el Estado traspasa al mercado sus responsabilidades. Cuando esto sucede la sexopolítica domina la microestructura y con esto a los consumidores en su espacio corporal. Esta acción de biopolítica forma parte de los cálculos del poder y se imprime en los discursos sobre sexualidad y tecnología: agentes de control sobre la vida en el marco del capitalismo salvaje contemporáneo.

Nelly Cubillos, académica de la Universidad Arcis en la Cátedra de Psicología del desarrollo Humano, es una de las activistas que se opone al fallo del Tribunal Constitucional: “El acto valido en la antigüedad era resuelto por medio de la fe, hoy el acto válido es decidido por la ciencia. Ambos, a pesar de parecer contrapuestos se basan en el desconocimiento y en la falta de información que posee la ciudadanía. Sucede algo similar a lo que ocurría cuando se debatía sobre la transformación de los minerales”. La académica enfatiza que los medios de comunicación de masas a los que se tiene acceso reproducen un discurso heteronormativo, en donde la lógica estructural es masculina y dirigida por los poderes fácticos que han naturalizado y automatizado el poder en forma de dominación de los cuerpos, como lo describe Focault bajo el concepto de “biopoder”.

La docente señala que la izquierda mantiene los tabúes y el progresismo no alcanza a llegar al espacio íntimo, pues ha sido usurpado por el discurso dominante, y por su parte la derecha conservadora impone un estilo de vida por medio de los poderes fácticos que han construido poderosos mitos fundacionales sobre los que se instaura la moral social que otorga poder radical y originario a Dios, la autoridad, la familia, la tierra, la vida y la muerte, y que han transformado el lenguaje en ley, institución y poder.

En la Atenas clásica, el matrimonio era la condición natural de la mujer ciudadana. Un rol consistente en adoptar el papel de señora del oikos y procreadora de los nuevos ciudadanos. El Estado otorgaba roles según su determinación biológica. De esta forma se aseguraba en la ley, la función del hombre y la mujer dentro de la República. Desde ese entonces la mujer fue la base económica de la Patria a costa de una sexualidad reprimida cuya finalidad exclusiva era la multiplicación, como si se tratase de cabezas de ganado ofrendadas a la Re (s)- pública. En el siglo XXI bajo un gobierno encabezado por una mujer, y con flamante Punto G, la situación parece ser la misma, pero con la variante que la administración de la pobreza recae en la mano invisible y no en el Estado.

El cambio cultural, relativo a las acciones cotidianas que generan el imaginario nacional, no es más que un deseo, una fantasía planificada publicitariamente para que un grupo abultado de elector@s se sientan representad@s, aunque sea nominalmente, pues en la práctica somos un rebaño que pretende ser guiado hacia el camino de una moralidad feudal, satisfaciendo una sociedad de devotos y consumistas feligreses.

La constitución de Jaime Guzmán ratificada por el Presidente Lagos declara: "La ley protege la vida del que está por nacer”, éste dictamen hace inconstitucional la medida impulsada por Michelle Bachelet, la primera presidenta de Chile, destinada a la planificación familiar y a la protección de la sexualidad de millones de adolescentes y mujeres que se ven forzadas a tener un hijo inesperado sin las condiciones suficientes para un desarrollo digno o expone su vida y su libertad en uno de los 150 mil abortos anuales -siendo ésta sólo la cifra oficial- tipificados en la ley chilena como “Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la Moralidad Pública”. Sin embargo no se inmiscuye cuando la decisión es tomada con un par de lucas en el bolsillo que permiten un limpio y anónimo trámite.

Pero “la culpa no la tiene el chancho, sino quien le da el afrecho”. La Concertación, históricamente, ha dado afrecho a los mercachifles transnacionales y a los píos señores que poco saben de los 35 mil embarazos adolescentes, muchos de ellos experimentados por niñas pobres y/o producto de violaciones, relaciones de pedofilia o incesto.

Durante el gobierno de Lagos, el Ministro de Salud Pedro García, ordenaba suprimir la repartición de condones por parte de la cartera en un liceo de la Novena Región. Se hacía hincapié que no había que fomentar la sexualidad (responsable) en menores de edad. Al parecer, el doctor gineco-obstetra consideró impropia la actividad amatoria de los adolescentes y hacía entrever que el varón no debía ser habituado a una técnica milenaria de control, tanto de la natalidad como de las ETS.

Otro botón de muestra es que el voto decisivo para el fallo en contra de la píldora de emergencia fuera de Mario Fernández, ex ministro de Defensa del gobierno de Ricardo Lagos.
Los signos equívocos de los gobiernos de la Concertación y la evidente sumisión ante los designios de La Santa Iglesia, la oligarquía conservadora, la Carta Magna pinochetista y la gran industria farmacéutica, han provocado que medidas trascendentes como la distribución del Postinor 2 de forma gratuita a mayores de 14 años en todos los servicios de salud pública, hayan sido echados por tierra. La señora Presidenta no puede con el sino plebeyo de ser obedientes ante la furia de Dios, o la del latifundista. Un hado que no fue rectificado en el gobierno del estadista Lagos.

El progresismo a la chilena sólo dio el ancho para cambios estéticos, para un cambio de “rostro”, que es de utilidad principalmente porque la sociedad se ha venido educando sólo en la libertad del mercado. La democracia es el juego de la elección de marcas y sabores de yogures como postula Lavín en su Revolución Silenciosa. Pero la elección en cualquier mercado, hasta en el de la planificación familiar, necesita de oferta y garantías estatales.

Es por eso que aunque suene duro, además de los tradicionales gritos feministas que resuenan en las plazas: “Cura Medina sal de mi vagina”, incluiría un “Mata la guagua, Bachelet”. Es necesario utilizar mecanismos más audaces y definitivos. Porque la derecha política, económica y mental, la más peligrosa pues traspasa las trastiendas partidistas y se erige como un falo totémico, está aplicando la política del desalojo a la mujer en toda su magnitud. La utilización de la figura de Bachelet para asumir desastres como la mala identificación de detenidos desaparecidos del patio 29, la deficiente implantación del Transantiago, el desfalco de EFE, MOP, Chile deportes, la crisis estudiantil, entre tantas otras, la suspensión de Provoste pasando por alto que en la administración de Lagos se produjo la omisión de los datos sobre subvenciones, la prohibición del Postinor 2, el alza en los fármacos anticonceptivos, son flores mustias de una misma guirnalda, que espera ser colocada con legítima violencia sobre una lápida de mármol coloreada con los desvencijados tonos del arco iris.