sábado, 4 de febrero de 2012

El ANTICRISTO



A punto de dejar partir la vida, como formalmente se le conoce, la infradescendencia empuñaba un mástil en señal de ofrenda. Flameaban las velas y las banderas al compás de un viento campesino que arrojaba escupos fieros sobre la siempre burda superficie.

Esperaba sin desvelo al ANTICRISTO. Ya había ido y vuelto, y de nuevo a la peor de las cruzadas. Obedecer a un padre ausente, que aparecía como una voz convirtiéndole en psicótico, y subordinarse a la patología, a su propio drama, negarse vicios, por lo menos públicamente, y entregarse a la chusma inconsciente. Ahora por lo menos sería más arriesgado, porque de Mesías a Redentor hay mucho camino recorrido, y esta vez, de seguro, el viático tendría para darse ciertos lujos.

La gente entendía que la victimización ayuda, pero también envilece. Que el dolor otorga misericordia, pero también lástima. Que la bondad enternece, pero también invalida. Todas esas modas nihilistas, y luego todo ese acento rubicundo en el hedonismo, habían causado terremotos psíquicos. No era necesario ser romano para tener uvas en la mesa, o vírgenes del Peloponeso. No había que ser judío para practicar la usura y condecorarse como elegidos. No había que ser Jesús para prometer calidad de vida y reglas de convivencia, bastaba con una primaria.

La potestad estaba dada a granel, y las ganas, el ímpetu, el Prozac y el Valium que harían milagros sobre los siervos. Porque aquí todos hemos nacido con boca, y si somos mudos existe el lenguaje de señas.

Entonces su segunda venida no era con el carácter de vocero, o de predicador, o de pastor, o de político tradicional, ni siquiera el de líder natural. Venía porque el tiempo así lo determinaba, y no hay nada que hacer cuando se cumplen los plazos prescritos por la naturaleza. Los tiempos de siembra y de cosecha son siempre los mismos y aun de la variación del clima y el calentamiento global, sobreviven las cuatro estaciones. Los niños nacen a los nueve meses y los potrillos a los 12. Y así el momento del cese y el apogeo, de la vida y de la muerte tienen un carácter histórico dado por el habitual y sencillo reloj biológico.

No le interesaba más que aguardar por el anillo, por la espada, por la mancha de aceite en medio de las cejas. Esperaba por qué, el poder le era dado de forma mágica y contravenía incluso las voluntades y los deseos populares. Nadie sabía bien porqué debían creer en él, pero los beneficios siempre son tomados en cuenta, y eso de que finalmente se hará justicia y los pecadores pagarán, hacia ponerse a la mayoría del lado de los buenos.

Pero como en todo hay azar y más de algún error hemos arrastrado, como sabemos que las instituciones funcionan (y no hay posibilidades de lucha cuerpo a cuerpo, y solamente maquinas y oficinas de inteligencia y guerras frías donde quiera que se vaya), y que las traiciones han tomado protagonismo para desencadenar el futuro, podemos esperar que los cálculos salgan mal, y toda esta historia, con sus sacrificios dolientes y heroicos, cristianos, filántropos, mesiánicos, así como las voluptuosas orgías embebidas de abundante soberbia y putrefacción paganas, no ha valido la pena ni la alegría.

Podrá por fin desacreditar a los Beatles, porque simplemente él será más grande, no solo por resucitar, sino por volver a exponerse como cantante pop, como político durante campaña, como pornostar en Gang-bang, como narcisista bloguera, y haciendo uso de sus estigmas, romperá el vaticano, escupirá a los financistas en Wall Street, castrará a los musulmanes en la Meca...

Y sodomizando a los pederastas en algún cibercafé de nombre libidinoso, se dará cuenta que ante tantos anticristos, sólo puede hacer una cosa. Dejar de hacer el ridículo, el mismo ridículo que hacen los niños anarquistas que terminan muriendo como el tío lucas por una explosión rastrera, o las mujeres que intentan liberarse y terminan solas siendo acusadas de lesbianas, y unírseles para liderarlos.

La dialéctica, el materialismo histórico, el binarismo metafísico, la reducción dicotómica, se están derramando y esparciendo, al igual que los polos se derriten para ocupar la totalidad de la superficie. Esa es la gracia mortal que permite que él venga renovado, que deje su nombre de pila y castigue a todos sus manoseadores colocándole un prefijo antitético, crítico, porfiado y actual.

Jesús el ANTICRISTO volverá está vez como el hijo bastardo que es, por la democratización de los pecados.

Amén