domingo, 7 de marzo de 2010

El Gran Saqueo




Se me viene a la mente Orwell y Huxley, los escritores de las distopías que han calado profundamente nuestra memoria literaria y fílmica y pienso qué dirían al ver lo que está aconteciéndole a Chile. De seguro estarían asombrados de que sus proyecciones tuvieran variantes tan creativas y sórdidas en la realidad, que ya sabemos, siempre logra superar a la ficción.

Un momento epifánico debe haber vivido nuestro presidente electo al dar su primer discurso en cadena nacional, en medio del show solidario más apoteósico de los últimos tiempos. Si nos parecía delirante el neopopulismo retratado en la gran bandera que desplegó durante la campaña, la bandera alógena que mostraba sus pixeles, enrostrándonos que la tecnología y la sociedad del espectáculo harán nacer a un Chile 2.0, por lo menos a mi me hizo correr el mismo hilo de hielo por la espalda que durante esos 2 o 3 minutos que destrozaron la vida de millones.

Es grotesco pedirle a la gente que antes del terremoto venía de sufrir una crisis, que estaba ya decepcionada de las “autoridades”, que pague por el telúrico del que nadie tiene culpa, a pesar de los rumores de la existencia de una nueva arma del ejercito norteamericano. Parece ser el gran saqueo, ese que está fuerte y operativo como una institución. Ese que se hace a vista y orgullo de todos, del que nadie comenta por una moral hipócrita y medrosa.

Si pensaba que el terremoto había mostrado la cara más oscura del capitalismo en la moral trastocada de los usufructuadotes, sean pillos o idiotas, y que eso haría darnos cuenta de lo mal que nos ha hecho el modelo, estaba profundamente equivocada, porque ahora si que viene el fin de este proyecto y la modernización se logrará con el apoyo de todos los chilenos, ya que incluso los mismos damnificados son capases de hacer sus donativos y levantarse en un Chile bicentenario, en donde los empresarios entregan dos chauchas frente al electo haciendo así una interferencia en las leyes laborales que hablan de flexibilidad… Y que todo sea en nombre de la reconstrucción, de la renovación nacional.

Es fácil advertir que finalmente se crearán millones de empleos y efectivamente bastante similares a los del PEM y el POJH, por que si que hay que levantar escombros y hacer hoyos y tapar hoyos y todo ese tipo de tareas bastante ociosas cuando no ha acontecido una tragedia de proporciones como la vivida.

Pero en Chile la tragedia subyace, porque el alma nacional está dañada. Lo digo porque nuestra fe está puesta en el espectáculo y la morbosidad, y las dos cosas juntas hacen que me sienta despreciable. Desprecio profundamente que La Teletón sea la ocasión de usar vestido largo y peinado alto, como lo hizo Isabel Allende, creyendo que este patético ritual social tiene el status de la premiación Oscar , o la obtención del Nobel que no premia a la subliteratura.

Pero así somos. Como de libro. Y si no somos menos hipócritas nos tendremos que sentar en el diván tarde o temprano. Porque es incomprensible que de esto saquen tanto provecho los empresarios, aludiendo también al electo, y que la gente no entienda que esta presa en el laboratorio del neoliberalismo; se entiende porqué entonces en medio del cataclismo, unos blancos ratoncitos se liberaran y salieran despavoridos a pellizcar un pedacito de queso, más que sea.