martes, 4 de diciembre de 2007

buena para nada y el fractal


Corro el computador hacia adelante. No me interesa hacer mayor esfuerzo. Yo sigo donde mismo. Sí, soy floja, siempre lo he sido. Una buena para nada. Desde chica se me caen las cosas al suelo, se me mancha la ropa con químicos que fagocitan mis prendas. Así me he ido por la vida, haciendome cargo a medias, o simplemente no haciendome cargo, intentando que la beneficencia de mis cercanos me sostenga a duras penas. Estoy sin luz. Se me olvidó pagarla y aunque hubiera querido, no tenía dinero. Soy improductiva. Soy de esas que deberían haber sido putas o algún subproducto de lo mismo. Pero además de floja, improductiva, ya y para los que me conocen, soberbia, soy conservadora. Enchapada a la antigua. De valores patéticos que se arrastras como una cola, que a estas alturas tiene huellas de barro marcadas en todo su ancho y alto. Pésima mezcla. Como una princesa venida a menos. Me imagino que puede que sea rusa... Si puede ser. Una zarina empobrecida, presa del Soviet.

Hoy me despierto con una sensación maravillosa. Mi mente hacia tiempo que no me regalaba un buen sueño. Estaba en el cielo. Tenía una maestra indú. Ella no sabía que era mi maestra, pero yo la admiraba profundamente, cosa rara. Había viajado a un lejano lugar a casarse con un señor indú rico, pero se devolvió, porque pasadas cuatro semanas el hombre la puso en la categoría de segundas esposas. No lo soportó y se vino nuevamente a ese lugar donde yo estaba. Desperté con una lección de dignidad y trás mis ojos aún se veía el verde prado. Un ojo cosmológico me seguía, vibraba. Me levanté, porque ya había sido abandonada...ya lo dije, soy floja. Eran las 10 y aún siendo la visita, no me acomedía a dar un trato privilegiado a mi anfitrión. Mi mala educación abrió el refrigerador y sacó una punta de queso amarillo. Diremos que unos 2 centimetros cuadrados. Se me agarro de sopetón por el brazo y se me increpó "No te comas el queso que es para el desayuno".
Dejé el pedacito de queso en su mano bondadosa y me volví a acostar. Traté de evocar a la indú y su traje violeta, pero no me persiguió más que la idea que era una pobre mina,yo, completamente buena para nada, floja y miserable. La cuenta de la luz impaga, la reunión de tesis y mi incapacidad productiva. Cometer un crimen, dejar de resistir y volverme loca de una vez, podrían constituir una buena salida, una más interesante incluso que el suicidio. Ya que se creía tan listo por pertenecer a una institución gubernamental...ya que creía que ese amparo le daba potestad sobre su entorno, sobre su patria,sobre el centimetro cuadrado de queso, yo haría lo mismo, pertenecería a una institución, tan estatal y adoctrinadora como la suya...
Tomé desayuno, comí del pan que preparara, tome el té tibio y dulce que me sirviera. Le pedí para la luz. Me dio lo suficiente, si es que no me cobran cargos...siempre lo hacen.

...A mi me gustaría trabajar recogiendo desperdicios en las playas, leyendole poemas a las gaviotas, abrazando perros, dandole vuelo a los columpios, contando chismes en los dormitorios, viendo programas fomes, cantando pésimo cantos mongoles, escondiendo remedios tras los cojines, combatiendo fantasmas en los sótanos, llenando de garabatos las contratapas de los libros, posteando a idiotas que nunca serán leidos como quisieran, haciendo amigos imaginarios en los bares,tiñiendome el pelo de colores inverosímiles, convidando a fiestas funerarias, contando chistes a las afueras de un hospicio, traduciendo los sonidos de las guaguas...

1 comentario:

Pablo Rumel Espinoza dijo...

Y puedo recordar que fuiste la segunda persona, después del fabuloso lumpen chorizo Gaete en hablarme de letras. Tan diva que te ves ahí he?

Ojo con un provervio indú: cuidado con lo que deseas, se te puede cumplir, saludos.

PS: O el complejo de electra y los lloriqueos, momentos imborrables de mi fragmentado disco duro.