sábado, 14 de junio de 2008

Recordando Viejos tiempos

Este texto fue escrito hace algunos meses atrás.
Hoy que he dado fin a la experiencia en donde comprendí la decadencia laboral de la nuevas generaciones producto de la avara impudicia de quienes, sin ningún escrúpulo, útilizan las leyes neoliberales para su enriquecimiento, vuelvo a publicar las líneas que descomprimieron mi atorado corazón obrero.

Cometiendo un sincericidio puedo confesar que no estoy confeccionada para el trabajo forzado como tampoco para la ingesta indiscriminada de alcohol o sustancias tóxicas. La fuerza de mi cuerpo contrasta completamente con la de mi lengua.

Si no llegue a ser una proletaria, por último hice el afanoso y humillante intento de serlo. De todas formas fue inspiración para el siguiente texto y para un artículo en esta última edición de la revista PUNTO FINAL, que ya está en quioscos, y que se titula Sudando por un Título.

Para no aumentar la confusión, el siguiente escrito no tiene que ver formalmente con el escrito en Punto Final, pero si tiene mucho que ver con una realidad "social" que se manifiesta a causa miserables que recubren con ropaje contestatario su medrosa calidad de patrones.

"Históricos" CUIDADO, que el tiempo no se ha completado y falta mucha tinta por ser derramada¡¡




El año de la rata no tuvo perjuicio en comenzar desde el primero de enero. Aunque podríamos sufrir de marcitis, la mayoría, incluyendo a los proceres patrios, tuvo que desempeñar labores durante la época estival.
Me he levantado a las once como de costumbre, sin que eso quiera decir que me encuentre "descansada". Primero fue el cuidado de una anciana de 87 años que se preocupa de su comodidad más que Doña Bella. La campanilla sonó con retumbe durante todo el mes en el que me encontré dispuesta para sus necesidades y sobretodo caprichos; cosas tan mínimas como subir el volúmen del televisor o acercar un chaleco que estaba al lado de tan tierna viejita. Para qué hablar de las carreras sanitarias y las comidas especiales, la hora del aseo, y los baños de pies con sales esenciales. Una Teresa de Calcuta ezquizofrénica e impaciente, tan voluntaria en lo monetario como forzada en lo familiar, me vi un mes en una faceta que de hoy en adelante descarto por completo. Luego de no poder hacer nada creativo durante ese mes y de perder la inspiración por mucho más de ese tiempo, la usual decadencia económica se trasformó rapidamente en indigencia. Ni confort, ni lentejas, ni pasta de dientes. Nada. Alguno que otro amigo más pobre que yo me entregó sus dadivas a cambio de mi manufactura gastronómica y algunos trazos de lucides. La necesidad llegaba en marejadas, dejandome petrificada y con el cuerpo oxidado; debía moverme "por la vida", "ganarme la vida" y no ser más esa barcasa barada a los pies de un océano rabioso y turbulento. Llegaba la hora de hacerme a la mar.

Se habían terminado rotundamente las asistencias parentales y ni siquiera esas 30 lucas me servían para pagar la luz. Las opciones eran las mismas que las que tenía desde los 13 años.Esperar un milagro o simplemente dejar que un macho me mantuviera, con el riesgo macrabro que siempre implica. Mi hijo de testigo metafísico y los machucones que amainan al paso de las horas me mostraron una nueva fórmula. Ser mano de obra barata. Menos barata que la de un copero o una mesera, pero igualmente barata.

El trabajo consiste, en el mejor de los casos, en asisitir a una juventud mediocre y cobarde a olvidar su simplícima existencia, en un su revote continuo de felicidad aparente. Darles copete hasta verlos desviar sus ojos y afirmarse contra los muros, hasta ver como se besan sin más calor que el de una lengua traposa e intoxicada con alcohol barato vendido a precio de mercado.

Soy la chica dura de la barra, la que llega cuando recién cae el sol y se va al despuntar el alba. Me gustan trabajar en las catacumbas parecidas a los calabosos de Moneda de Honor, donde al final de la jornada de casi 12 horas, se siente el vertigo del suicidio. Buen nombre pienso, excelente concepto. Y es mejor así, uno elige a su verdugo y a mi me parece respetable el mio. Por lo menos uno de tres. (el síndrome de Stocolmo es un clásico).

Creo que hay algún tipo de adiestramiento de combate entre las oscuras lineas del negocio, algún tipo de enseñanza magistral para los necesitados en esta extraña dialéctica. Todos los que aquí se parten su mal alimentado lomo son marginales. Entre las mujeres podemos encontrar madres solteras y estudiantes en busca de experiencias gregarias vivificantes. Entre los hombres, chicos que viven de una pasión, cantantes de punk y metal, desequilibrados y soñadores, noctámbulos amantes de la caspa del diablo. Ninguno apto para la oficina. Una persona así debe ser barata. Pienso en la justicia de la mano invisible y me conformo con mantenerme acá abajo, en una acción que raya en la asistencia médica. Surtiendo de sucedáneos a los jovencitos perdidos en el mundo de las oportunidades. De estar arriba me sería más confuso. Héroes revolucionarios brindando por la misión cumplida con Wiski de 6 años, junto a uniformados de alto escalafón de varias ramas, en una cuba artificial que apenas existe en el exótico pensamiento de un Ulises latinoamericano. La transición se huele y exuda por sus camisetitas de niño tardío, su lino importado y sus mujeres tambien importadas, o por lo menos su silicona ortopédica.
Allá, en en la plataforma A, como se le desiga, debo lidiar además del lumbago imterminente y somático, con mis contradicciones vitales.

Por lo menos aquí abajo, entre lolería sin futuro ni ideales, Guevara no me mira de reojo ni Lenin supervisa mi productividad.

Eso me pasa por rebelde; quizas el mensaje sea "ya lo hicimos todo, dejense de alucinar pendejos culiaos al peo, cabros de mierda contrarevolucionarios, haganse cagar trabajando para nosotros, aweonaos ¿les gusta este concepto? Entonces, caguense"

Pero por otro lado, la mentira trasciende a todos los polos y entiendo de que de tanto transitar en la superficie, en la propaganda y la publicidad, se haya llegado al otro polo. La superficie siempre es resbalosa; No por un Jack Daniel's Tennessee Whiskey, ni por gel polímero en las tetas, voy a complotar con el sistema y su pútrido afán de bienestar; un gusano que engorda con las tristes visceras del desarrollo.

1 comentario:

Agrupación de Suplementeros Prensa Independiente dijo...

Hola Karen,
No habia visto tu blog, creo q todo el mundo tiene uno! wuaaa
Con más tiempo leeré tus escritos...
soy suplementera, un día nos compraste un ciudadano antiguo con un articulo tuyo, espero te haya servido!
Este es ntro blog como suplementer@s de prensa independiente. Si pudieses agragarnos a tus links te lo agradecería mucho.
Trabajamos con El Ciudadano, La Alternativa, Ciudad Invisible y CulturArt.

Nos estamos viendo por los pasillos de esta ciudad...

que estes muy bien!

Andrea Gálvez Páez

suplementerosvalpo@gmail.com
agalvezpaez@gmail.com