viernes, 15 de mayo de 2009

un abrigo rojo apolillado perdido en algún sitio anterior al la memoria del frio




Y me llegaron los años uno a uno. Se acumularon dejándome con la cabeza llena de larvas y polillas. los recuerdos están apilados como mi ropa en el ropero que me vendió la loca Paula. La única mujer brillante, y como todas ellas, desgraciada, que me ha tocado conocer. Ella estaba enamorada, pero no la pescaron mi en bajada. Su absurdisidad y belleza la hacian peligro andante en este país de pendejos pusilánimes, cadetes de la coquetería rancia y la intelectualidad conventillera, que condensa espectaculismo e hipocresía. Así cuando la loca Paula le dijo a Insulza que sus gestos lo delataban, la echaron cagando del Congreso, y terminó sincerandose con el robo hormiga, y pagando con cana, pues los pesos le rehuían aterrorizados por la bacanal a la que estaban destinados. Un detergente, un vino y un trozo de carne, hicieron caer sus huesitos sobre el cemento nauseabundo, no sin antes ser auscultada por toscas hembroidascabrias, que seguramente fueron testigos atonitas de su perfección cuarentona.
Ella quería venderme su abrigo rojo, y yo no pude comprárselo. Debe usarlo aún por allá en suiza, o suecia, la verdad que me da lo mismo porque soy una ignora geográfica, conceptual, matemática, y sumenle todas esas ciencias exactas e inexactas que ni siquiera puedo mencionar, porque no las conozco más que por comentarios seudo doctos.
Los años son una polilla, y los por venir, una larva, que comienza desde antes a roer mis fibras. Y les guardo rencor y cariño, como a todo huesped que a expensas de esta mala tela, sugiere un trueque fraudulento...que yo acepto.
Algún día desapareceré del territorio como la loca Paula, y quedarán dando vueltas las polillas. Liberadas irán a atacar otros trapos sucios que cuelgan de las ventanas, y los recuerdos sin sentido, tan bizarros y anecdóticos que no pretenden ser historia, fagocitarán por momentos, otras mentes, y me liberaré de años de descomposición y desprecio.