lunes, 4 de abril de 2011
La chimuchina atroz o el matrimonio del año
Sólo falto que estuviera invitado Edmundo Varas, porque todos los demás si lo estuvieron. Viñuela, Checho Irane y el Negro Piñera con su presente al novio de Latinoamérica con el cual intentaba darle a conocer las obras maestras del folclore chileno en formato CD, pero que, felizmente, pudieron ser degustadas en vivo gracias al siempre oportuno espectáculo de Los Jaivas, banda cabecera de los actos políticos oficialistas de la Alianza-Concertacionista. Y por supuesto Zalaquet, que al “hombre más poderoso del mundo” y premio Nobel de la Paz, a la mañana siguiente le regaló las llaves de Santiago, como muestra indeleble de que el negrito regalón venga y se pasee como Pedro por su casa por este, el culo del mundo. De su mundo. O sea por su propio culo.
El chulerío concertacionista no lo fue tanto como la triada de mujeres “honorables” gracias a su cargo, pues de no ser así, Andrea Molina, María José Hoffmann (inmortalizada en el “momia conchetumar’e) y la deseada y chispeante Marcela Sabat -más aún con esos vestiditos de fiesta de quince, enchapados en lentejuelas celestes y fucsias, que ciertamente las hicieron mostrar la hilacha que se arrastra desde la bacanal fascista de los ochenta- hubiesen hecho honor solamente al film juvenil “te creí la más bonita pero eri la más puta” del magno evento.
Esto que es indudablemente chimuchina y frivolidad de mi parte al patentarlo en esta columna, tiene un trasfondo bastante más importante de lo que pareciera. No porque los noticieros emularan un programa de E! este tema es pura farándula. Primero porque estos gastos adelgazan el erario público de todos los chilenos que para más remate ni siquiera pudimos hacer uso normal de nuestras principales vías de acceso a nuestros trabajos de mierda, y en segundo lugar, porque Chile es un país con autoridades que se pelean el puesto de ser el más ignaro y sandio.
¿Cómo es posible tener una clase política, además de lo que ya sabemos, absolutamente lejana al sentido común? A Tatán se le ocurre ir a ver a Berlusconi, justo cuando era imputado de estupro y fomento a la prostitución. Quizás porque tenían en común el número cabalístico. Tatán sus 33 mineros, y Berlusconi sus 33 minitas. Luego, vemos a Bachelet justo en medio oriente cuando está la patá a causa de Kadafi. Y en este momento de crisis nuclear mundial, y duelo global por a lo menos 20 mil muertos en Japón, nos visita Obama para un tratado energético y se gasta en lujo y menús de ricachones.
Me impresiona, y eso no sé si es malo o bueno, porque pensaba que ya habíamos llegado a un tope, pero resulta de que no. De que se puede avanzar aún más en la obscenidad del poder: este supersayayín de la democracia viene así, como visita ilustre a sobajearnos el lomo con las de borrón y cuenta nueva, y con eso de la CIA y el golpe son parte del pasado, irrelevante comparado con el futuro. Ese que desde su discurso y su matrimoniamiento con América Latina, estará plagado de justicia y bendiciones. Obvio, al lado de Monroe y su garrote y su frasecita “América para los americanos”, Obama es un negro buena onda.
Pero peor que eso es sentir que con un carrete, como en la vida real!, todo pasa piola. Que con un par de copetes y una movida de culito, todo se olvida. Y la señora Van Rysselbergue, ya no es la vieja corrupta “penquita”, sino la top model de la política chilena con su calentón vestidito lila, y eso, perdónenme, puede ser farándula, pero es grave y terriblemente atroz.