lunes, 2 de mayo de 2011

“Elige vivir sano”



Una de las características del fascismo es su discurso que acoge diversas vertientes, haciendo que la gente se confunda y finalmente no tenga control sobre sus decisiones.

Ahora, a la llegada de los mass media y todas esas teorías y prácticas de la sociedad del espectáculo, decimos que en realidad esta cuestión ya no existe, gracias a la democracia y la participación, y que los discursos “inclusivos” no son más que una forma entretenida, y “cercana” de llegar a la “gente” (disculpe las comillas recurrentes, pero son conceptos que usted y yo sabemos manoseados y despojados de su sentido más auténtico).

Esta forma a la que echa mano Piñera, un personaje tan pop como la Tigresa del Oriente, con sus muletillas, y sus tics, repetidos hasta el hartazgo para causar fruición hasta en sus más obstinados opositores- ya lo decía Lacan, en la repetición se encuentra el goce- es el que genera un pastiche finalmente amigable, que nos hace resignarnos; “aguantarlo por un par de años”, como rezan unos papelitos amarillos, no precisamente por el sol, que han circulado con tanta efectividad, que incluso uno terminó pegado en el mueble de cocina de mi casa.

El asunto es que estamos bajo el mando de un presidente, y un gobierno completo, que deberíamos declarar interdicto, o por lo menos con arteriosclerosis, o si queremos modernizarnos, con Alzhéimer, o alguna de estas enfermedades del sistema nerviosos central con nombre de apellido nórdico.

Extraño me resulta, por ejemplo, el asunto de “Elije vivir sano” y la prohibición de la chatarra, ciertamente más barata que la fruta y la verdura que se nos vente a precio de exportación resultando difícil de solventar con los sueldos Mc Donald’s, frente a los niñitos de La Greda, la prohibición de las bicis en la calles, la suspensión de apoyo a los medicamentos y tratamientos de enfermedades “raras”, la instalación de termoeléctricas, y un sinfín de condiciones medioambientales provocadas por una horrible forma de vivir, que Jimmy Swaggart nos enrostraría incluso haciendo vista gorda de sus propios pecados.

Se trata de un discurso cazabobos, que aplica slogans publicitarios para demostrar cierta entereza moral frente a tanta incongruencia, a tanta fisura que intenta ser tapada con fonolitas del techo para Chile o algún marketing manado de los verdes ojos del ministro Kast, las finas polleras de la Primera Dama, o la varonil manzana de adán de Cruz Coke .

La idea no es aportillar la Really Political, o creerme del bando de los díscolos, nombre que responde a algún tipo de hueso desenmarcado de su posición original, una impostura dolorosa, que de entablillarse volvería a su lugar.

Los que se encuentran en la cálida cobija concertacionista, revolcados entre sus piojos y ladillas, no se alejan demasiado de este delirio sin poética. Se encuentran también inmersos, de una forma más cauta, más austera, llevando bajo el sobaco planes y programas que jamás fueron aplicados durante sus gobiernos: una sarta de estudios de perogrullo, expuestos como novedad, como “carta” para una próxima elección. Así lo hizo Lagos un domingo en horario prime, mientras en todos los canales nacionales los programas de “talentos” imitativos mostraba a chilenos encantados con ser otro: Esa celebridad que por lo menos tiene la ventaja de “elegir” vivir como le plazca, bien o mal.

Que no tiene restricciones, ni prohibiciones de supuestos padres sociales, que también son imitadores, y que a la legua se sabe no tienen más talento que el de la exposición y la palabrería.

Todos unos interdictos validados por sus familias y grupos de poder que se desviven por conseguir la asesoría comunicacional del guatón Correa, o los datitos de Pato Navia, mientras la verdad se presenta espantosa en una niña gorda y enferma, pobre como un animal, que junto a su abuela les es imposible “elegir vivir sano”, porque el mundo y sus ofertas, no tienen en su inmundo escaparate ningún snack de cien pesos con ese nombre.