sábado, 3 de diciembre de 2011

La divina Providencia, de Internet



Escribo esta columna justamente el día en que hace 96 años naciera uno de los personajes más cruentos de la provincia señalada. Si bien se creyó que su muerte lavaría el resabio dictatorial y que podríamos finiquitar la eterna transición a la Democracia, nos dimos cuenta que por mucho que existan WC, la mierda existe no sólo en las cañerías lejanas a nuestra vista, o contaminando los ríos, lagos y mares, sino entre medio de nuestras propias vísceras.

Filas de meretrices jubiladas que volvían a sentir cómo su clítoris se rellenaba del ardiente pus de sus ovarios atrofiados, aguardaban para abrazar el podrido cadáver del genocida. Hordas de viejos secos literalmente como escupo de momia, jovenzuelos criados bajo la casta preferencia sexual de algún Karadima, y unos pocos, haciéndose los de las chacrarillas, en procesión para darle los honores respectivos, en lo que siempre pareció un funeral de Estado.

Nosotros bailamos en las calles, sin entender la mayoría, lo trágico que continuaba siendo todo y que estaba distante de ser un carnaval. Bien se sabe que “Todos los perritos se van al cielo”, entonces ésta no sería la excepción. El abuelo malo se iba bien cuidado por los médicos del Hospital Militar, rodeado de familiares y amigos y causando un impacto que volvió a alimentar el intermitente Pinochetismo.

La detención en Londres ya había dado cuerda a los “dog lover” de la patria y demostraba que la extinción de esta especie estaba sencillamente descartada.
Es así que, de tanto en tanto, las audiencias con estos golpes (de corriente) noticiosos, vuelven a hacer latir el corazón fascista de más chilenos de lo que nos gustaría contabilizar.

Como monos a cuerda alimentada por la irracional crueldad a exprofeso, y en una posta que parece no concluir, los Garín, los Gonzalo Rojas, los Hermógenes Pérez de Arce, los Moreira, los Longueira, los Coloma, los Márquez de la Plata, los Labbe, se apoderan de las tribunas para evidenciar en un genuino show el legado facho-prusiano-latifundista, que por medio del trabajo sucio logró instalar el modelo que hoy permite que esté escribiendo desde mi notebook comprado en cuotas en una transnacional tecki, esta columna.

Lindo panorama progre que hace pasar “piola” ciertos hechos deleznables. Basta mirar los nombres de las calles donde reina la inmundicia de un sistema democrático indecente por lo penca y mentiroso.

Providencia, la divina, con sus monseñores, obispos, próceres de la mugre nacionalista, amigos de lo ajeno, bautizan los tránsitos de “exitosos profesionales”, vendedores ambulantes y limosneros, que conviven en un pastiche social que a la mayoría enorgullece, y que de una forma u otra, es atribuido a la labor edilicia de un ex DINA, que sólo por cosas del destino, se encargó de una labor más o menos administrativa que la de Krassnoff, el ruso torturador, de linaje encargado de la contrarrevolución bolchevique. Enroques del destino que permiten a uno homenajear al otro, que ensuciándose las manos con sangre valerosa, como la de Victor Jara y tantos más, ganose una merecida pena de 140 años de cárcel.

Y es cuando uno piensa en que la revolución de las TICs, nos ha hecho pegarnos la escurriá, y no quedar tan colgados con los sucesos que se manejan en las cúpulas. Porque de no existir Twitter, y su derecha twittera, el movimiento social en la red, los diario electrónico, el blog del Brigadier Miguel Krassnoff con marchas prusianas, la promoción del libro “Cosaco Miguel Krassnoff, Prisionero por servir a Chile” de la “historiadora” Gisela Silva Encina, que incluye carta de la presidencia de la Republica agradeciendo la invitación a la presentación de la “investigación” y deseando éxito, muchos de nosotros nos podríamos estar tomando un shop para la calor en algún boliche republicano en la calle Krassnoff, sin saber siquiera quién es ese que tiene nombre de ladrido de perro, o de tos purulenta.

Porque “homenajes” sobran en Chile como también ignorancia. Porque el supuesto “pago de Chile” sólo le acontece a los que siempre han ganado el mínimo, o que hacen sus aportes en un obligatorio under. Los “poderosos” consiguen sus altares, se apoderan de los espacios públicos, de los símbolos, de los conceptos y ahora, felizmente, de la verdaderamente expansiva internet, que “funa” con los argumentos dados por el propio autor, en una guerra discursiva que es capaz de generar la acción directa, en el repudio a los honores en el “Club Providencia”.