martes, 20 de diciembre de 2011

La Universidad de la Vida



Es bastante divertido que se me encomiende a mí, la ignara, hablar sobre la educación. Solo este último mes, lo más granado de las mujeres que bordean la treintena no han escatimado en adjetivos tales como rota, ordinaria y picante para referirse a mi persona. Estas señoritas alegan mi falta de rigurosidad, mi poca prolijidad discursiva, que me hace caer en flagrante vulgaridad que, por lo visto, las violenta íntimamente.

Igual me aguantan, y no solo eso, sino que muchos de ustedes son capaces de disfrutar mi ignorancia de adrede. ¿Será que l@s viejits chics, que citan demasiado y que oran como sofista recauchado en la posmodernidad ciberespacial, han terminado por aburrirnos? Es lamentable que no sean disfrutados por miles de ojos voraces, es lamentable, porque seguro todos nosotros, ignorantes y simplones, nos perdemos de educarnos con lo mejor del pensamiento actual.

Lo “picante” suele ser casi siempre lo que evidencia la vida, y a los papaítos y tías culturales zombis (que se alimentan de cerebros ajenos), y que siguen teniendo sensibilidad nada más que en una parte de su cuerpo: el periné, les escuece de forma tan sofocante y enervante que los vuelve aun más endemoniados y agresivamente intelectuales.

Por mi parte y siendo bien sincera, si voy a ponerme estudiosa, prefiero leer a los clásicos, y a los novísimos, sólo sus chambonadas en 140 caracteres si es que cumplen con requisitos básicos como no decirme lo que la educación más o menos formal ya dijo y mucho mejor que ellos.

La originalidad nunca es bien ponderada por los buenos alumnos y los mejores profesores que enseñan lo aprendido. Más bien es valorada la buena repetición de contenidos, el remedo, la reescritura, la religiosidad de una memoria que no atenta en contra de lo “histórico” y “verdadero” de la creación humana.

Lo importante para ser serio, y darse a respetar, es mantener cada una de las letras en perfecto orden y armonía dispuesta por la RAE, y vergüenza de aquellas si esto así no sucede, pues estamos demostrando una debilidad que da cuenta, no nada más que de una intelectualidad decaída, sino de un roce social insignificante. Palabrotas, que aunque juntas puedan darle vida a una idea, son de lo menos indicadas en momentos en donde el respetable, es más respetable que nunca, porque como usuario de contenidos quiere y exige que éstos sean de lo mejor.

Yo recomendaría que si quieren leer sin tener que pasar un mal rato se fueran directo a sandías caladas. Algún tipo de iluminación de Rimbaud, o a algún análisis a Wittgenstein, o si quieren una buena caracterización de la sociedad, a Focault. Como ven, hay para regodearse.

Si lo que les mata es la contingencia, vamos por ese Carlitos Peña, o por las editoriales de La Segunda recomendadas por Boric. Pero en una columna de una mina que sale en sostenes mirando para arriba en un diario que puso nada menos que en la portada y con mayúscula REVELIÓN, no pueden pensar que se puede encontrar conocimientos ligados a la academia.

A mí más que preocuparme de que las instituciones de educación pueden proveerme contenido de “calidad” para una vida adulta “elegante” o “elevada”, me preocupa cómo se nos ha venido educando con el ejemplo a cargo de líderes fácticos y económicos como la mierda.

Ladrones, pederastas, asesinos, mafiosos, y un montón de personajes con conductas de gente bastante “mal educada”, que por no ser “rotaordinaria”, eluden a la justicia, y en términos de escarnio público, bien poco puede importarles, porque ahí los que se atreven a poner la voz de alerta, son los “rotordinarios” genuinos, incapaces de “analizar” en debida forma el cause histórico de tan notables personajes.

El apasionamiento flexibiliza la rigidez de un esquema establecido en contenidos que “educan” formando a conocedores y cultos, casi siempre con el fin de hacer “carrera” para ganar más plata, para tener más minas (la mujer está atada al lenguaje) o ser más caperusos que el chulerío pecaminoso en su inopia cerebral, en su escatología liberadora, en su ordinariez festiva, valiente, llena de eso choricuaco y patente, estudiado y aprendido con éxito en la desprestigiada, pero grande y maestra, Universidad de la Vida. Ese es el el único plantel que defiendo, pues es el motor de cualquier aprendizaje que no se cacarea en más carillas de las que alguien menos latero y más vivito, es capaz de leer.

@karestroika