sábado, 11 de agosto de 2012

Asistencialismo vs Populismo


El estado es la administración de la pobreza y en cuanto a eso no hay nada más que discutir. Como las instituciones de caridad inspiradas en diosito, les es útil mantener un amplio rebaño o res-pública, con el fin de ser necesarios en la misión de “salvaguardar” la vida a medio morir saltando.

Los “más necesitados” lo son porque resultan imperativos en el argumento de su propia existencia. Y es así como en vez de repartir las riquezas del país en el derecho soberano del respeto y sustento de la tierra en que se habita, se dedican a mantener el status quo, el saqueo y la división de clases.

Independizar al pueblo de la mediocre “ayuda” que depende de los “esfuerzos” que dicen los personeros, hace el gobierno de turno, haría innecesaria la representación del voto en la patética puesta en escena democrática. Esa que se utiliza para renovar el triste contrato social que cede el cuerpo político de cada quién a un “representante” que se encargará de conservar las mismas lógicas de “asistencia”.

Un estado como el nuestro que se dedica a administrar la pobreza y a servir de plataforma para que los más ricos lo sean aún más en  el obsceno y exhibicionista hábito de la  transparencia que ventea sin pudor leyes tributarias, licitaciones y patentes de desparpajada podredumbre, no tiene en carpeta poner a disposición de los ciudadanos las fórmulas correctas para concretar el verdadero desarrollo.

Siempre he pensado que si tuviéramos una sola vez en nuestra vida republicana, esa que tanto enorgullece a quienes se autoproclaman estadistas , un gobierno populista con todo lo que ello implica, muchos trabajadores y trabajadoras comprenderían lo que es ser habitante de una nación pues probarían los beneficios que dota pertenecer a un país.

El asistencialismo, los bonos, las migajas, el chorreo, han sido el impulso para caer en un espiral desventurado de no-ciudadanos esclavos que en su destino tienen a “un amigo en su camino”, un “Techo para Chile”, un “fondo solidario” y a un Joaquín Lavín repartiendo frazadas a los indigentes de la capital.

Esta realidad moral nacional es la que causa el clientelismo político. La venta de voluntad de voto a raíz de la enorme carencia que no permite más que la mirada cortoplacista del hambre que se tiene a la hora de almuerzo y del frío al caer la noche.

Es así perfecto para quienes detentan el poder que al llegar el periodo de elecciones ellos puedan vincular su representatibidad por medio de cajas de fideos y computadores viejos.

Quienes no estábamos interesados en estar dentro de este vulgar juego, simplemente no estábamos inscritos, pero lamentablemente el voto voluntario nos ha incluido, dirección publicada mediante, en los registros del SERVEL, sin haber cambiado las reglas, manteniéndonos decidiendo en el marco binominal.

Al llegar este nuevo votante que tiene claro cómo es utilizado el rebaño res-público, los políticos han comenzado con nuevas estrategias que intentan responder a otro tipo de necesidades que escapan a los ofrecimientos materiales.
Por ejemplo las de orden de derechos individuales. Vemos al ministro Beyer en una marcha por la igualdad, dado que entiende que los estudiantes, que siendo pioneros abrieron el tema de las libertades sexuales con movimientos o tribus urbanas como los Pokemon u Otaku, hace algunos años atrás.

Lamentablemente para él, y tantos otros,  nosotros no exigiremos nada para darles nuestro apoyo. No estamos interesados, no somos clientes de su política porque no hay ofrecimiento alguno del cual podamos dar crédito.

Nuestra misión es hacer entender que el modelo está caduco porque representa el anquilosamiento de la mediocridad, de la falsa caridad y la asistencia cuando lo realmente necesario es hacer que nuestro pueblo se independice y por su cuenta con leyes justas y redistribución de los recursos naturales, se arme y comience a politizar su propio espacio, a crear sus lógicas para participar siendo un activo que no requiere de representantes chantas que no conciben de una forma digna el poder que detentan. ¡Nosotros debemos enseñarles dignidad! Aunque esta sola frase sea motivo para que ellos nos acusen de populismo.