El estado es la administración de la pobreza y en cuanto a
eso no hay nada más que discutir. Como las instituciones de caridad inspiradas
en diosito, les es útil mantener un amplio rebaño o res-pública, con el fin de
ser necesarios en la misión de “salvaguardar” la vida a medio morir saltando.
Los “más necesitados” lo son porque resultan imperativos en
el argumento de su propia existencia. Y es así como en vez de repartir las
riquezas del país en el derecho soberano del respeto y sustento de la tierra en
que se habita, se dedican a mantener el status quo, el saqueo y la división de
clases.
Independizar al pueblo de la mediocre “ayuda” que depende de
los “esfuerzos” que dicen los personeros, hace el gobierno de turno, haría innecesaria
la representación del voto en la patética puesta en escena democrática. Esa que
se utiliza para renovar el triste contrato social que cede el cuerpo político
de cada quién a un “representante” que se encargará de conservar las mismas
lógicas de “asistencia”.
Un estado como el nuestro que se dedica a administrar la
pobreza y a servir de plataforma para que los más ricos lo sean aún más en el obsceno y exhibicionista hábito de la transparencia que ventea sin pudor leyes
tributarias, licitaciones y patentes de desparpajada podredumbre, no tiene en
carpeta poner a disposición de los ciudadanos las fórmulas correctas para
concretar el verdadero desarrollo.
Siempre he pensado que si tuviéramos una sola vez en nuestra
vida republicana, esa que tanto enorgullece a quienes se autoproclaman
estadistas , un gobierno populista con todo lo que ello implica, muchos
trabajadores y trabajadoras comprenderían lo que es ser habitante de una nación
pues probarían los beneficios que dota pertenecer a un país.
El asistencialismo, los bonos, las migajas, el chorreo, han
sido el impulso para caer en un espiral desventurado de no-ciudadanos esclavos
que en su destino tienen a “un amigo en su camino”, un “Techo para Chile”, un
“fondo solidario” y a un Joaquín Lavín repartiendo frazadas a los indigentes de
la capital.
Esta realidad moral nacional es la que causa el clientelismo
político. La venta de voluntad de voto a raíz de la enorme carencia que no
permite más que la mirada cortoplacista del hambre que se tiene a la hora de
almuerzo y del frío al caer la noche.
Es así perfecto para quienes detentan el poder que al llegar
el periodo de elecciones ellos puedan vincular su representatibidad por medio
de cajas de fideos y computadores viejos.
Quienes no estábamos interesados en estar dentro de este
vulgar juego, simplemente no estábamos inscritos, pero lamentablemente el voto
voluntario nos ha incluido, dirección publicada mediante, en los registros del
SERVEL, sin haber cambiado las reglas, manteniéndonos decidiendo en el marco
binominal.
Al llegar este nuevo votante que tiene claro cómo es
utilizado el rebaño res-público, los políticos han comenzado con nuevas
estrategias que intentan responder a otro tipo de necesidades que escapan a los
ofrecimientos materiales.
Por ejemplo las de orden de derechos individuales. Vemos al
ministro Beyer en una marcha por la igualdad, dado que entiende que los
estudiantes, que siendo pioneros abrieron el tema de las libertades sexuales
con movimientos o tribus urbanas como los Pokemon u Otaku, hace algunos años
atrás.
Lamentablemente para él, y tantos otros, nosotros no exigiremos nada para darles
nuestro apoyo. No estamos interesados, no somos clientes de su política porque
no hay ofrecimiento alguno del cual podamos dar crédito.
Nuestra misión es hacer entender que el modelo está caduco
porque representa el anquilosamiento de la mediocridad, de la falsa caridad y
la asistencia cuando lo realmente necesario es hacer que nuestro pueblo se
independice y por su cuenta con leyes justas y redistribución de los recursos
naturales, se arme y comience a politizar su propio espacio, a crear sus
lógicas para participar siendo un activo que no requiere de representantes
chantas que no conciben de una forma digna el poder que detentan. ¡Nosotros
debemos enseñarles dignidad! Aunque esta sola frase sea motivo para que ellos
nos acusen de populismo.