martes, 15 de enero de 2008

"El desierto avanza"



Es como si estuviera en un cuerpo prestado. ¿Usted vio esa película, o leyó la historia que le contó el travesti de El beso de la mujer Araña al revolucionario pusilánime acerca de una mujer pantera? Quiero dejar de pasearme de un lado a otro con una mirada amenazante. Dejar de comer perros vagos, de rugir inútilmente causando el asombro de tan mediocres espectadores.

"La vida está en otra parte"; el punto ciego me recoge el alma. Una vez se me preguntó si realmente conocía al señor Robles. Difícil saberlo con tanta argucia civilizante. Con tanto artilugio literatoso. Y es que estoy tan lejos de conocer algo. Tan completamente extrañada de lo que es el mundo. Y no sólo avanza el desierto, sino que crece, como más exactamente lo declama la traducción alemana de Nietzsche.

La sal aviva la sed y es el componente oficial de la "cuna de la vida" como dice el anciano poeta de La Noche de la Iguana. Y en el futuro del mar, la sal es la que hace charqui y perpetúa el sedimento para hacer historia.

En todos lados está la muerte. Y yo que quiero "ganarme la vida" como si no fuera un mérito estar respirando. De todas formas la convivencia me es nefasta y no respiro más que hedores fatuos. En el Elqui el plaguicida cancerígeno se mezcla en la noche que ondula destellos y en Laguna Verde, las olas se desmadejan con el viento cargado de dióxido que mana de una termoeléctrica.

No son los tulipanes los que cambian de color, es el cielo el que se obscurece.

Lo comprendo a medias, mientras hago intentos desmedidos por encontrar un milagro. Por encajarme adentro, en uno de los pelillos rojos de una de las vainas de mielina que pretenden activar-me de un rayo. Penetro con cierta ayuda veterinaria en los recovecos de una pulsión siniestra y profundamente común, viendo unos colores que avanzan asfixiantes, pero llego, un poco torcida; no lo suficiente como para haberme abrochado el revés.

Es que de tanto nado a uno se le ensancha la espalda.

¿Donde estás? El desierto avanza y la momificación viene como la quimioterapia a extirparlo todo. Ese melanoma mío y querido y ese óvulo sano, que será desechado en una de mis locales y tan recurrentes hemorragias.

Si somos animales de costumbres ¿Porqué es que no logro acostumbrarme? Así es que me expongo como pieza de zoológico. La impotencia del salvaje recluido en su propia cárcel sorprende al gentil hombre y el niño que acerca su mano para solidarizar temerariamente con la bestia. Una vez se me puso delante de las pupilas con una enorme mata de apio.

No quisiera hablar de la antítesis del alma, por que la evidencia del ambicioso que anhela todo poder estando sumergido en el lodazal del servilismo basta para no volver a pronunciar más frases anarquistas.Y es ahí cuando el cuento culmina y la felicidad se presenta como el imperativo categórico de la época... el desierto crece, como una mata de azulejos celestes, petrificando el insulto paranoico de la incerteza.

Cuando vuelvo el rostro, no veo una sombra. No me asusta no tenerla. No saldré corriendo como el idiotita pequeño burgués detrás de ella. Si es que quiere irse, muy bien, está en el más noble de los derechos.

No hay comentarios: