sábado, 24 de enero de 2009

explicitaciones pertinentes a propósito de la anterior columna

No son malas mujeres, sino que nada más, no aptas para desempeñar el rol de madres, autoimpuesto para cumplir con instituciones morales, afanadas en eludir la resaca de la culpa. Espero hacer justicia por los seres humanos que han tenido que cargarse con el prefijo mujeril llamado maternidad. Mi anhelo es encontrar más mujeres con el utero vacío y no por ello acomplejadas por la ausencia, pues la presencia muchas veces entorpece sus verdaderas luchas, que estar cursadas en pos de la No-redención.

Los cables a tierra no pueden ser humanos instrumentalizados como corderos. Las mujeres no tienen porqué pastorear al mal rebaño. No tienen porqué, si no se sienten llamadas a ser numerarias, cumplir con el santo oficio. No se trata de buenos ni malos, ni de corrientes o vanguardias, nada más es afición, como las de un hombre por el villar o el poker, o ambos, o pescar, o fornicar con multitudes como el usufructuador Henry Miller.

Hubiese quizas preferido, por la felicidad y la ternura de la buena vida, no nacer, para haber contruibuido con alguna matriarca descreida y más aún arrepentida, haciendo un parele al influjo de la vida porque sí, cortando su reproducción abrupta y tantas veces sin sentido.

Una mujer que haya talado las ramas del árbol genealógico, haciendose cargo de su existencia sin encontrar la solución, facilona, en otro pedazo de carne, en el cual confíar con ciega convicción hasta que nace, le ahorra de hacer juicios anticipados a los que se harán, inexorablemente, en las exequias por aquellos que sí tazaron su valor en vida, pues las madres nunca saben quienes son sus hijos realmente. Primero los juzgan, los decoran con ambiciones, proyecciones, envidias y transfieren como nadie.

Las madres nunca conocerán realmente a sus hijos, sino que los determinarán.

Y no siempre se puede creer en las proyecciones de la simiente. Las madres son poco objetivas y muchas veces implacables y perentorias. Se apresuran en la preadolescencia de sus vastagos en catalogarlos y almacenarlos en algún cajón.
Lo lamentable es que los hijos hostigados terminan por acercarse lo más posible a la imagen construida por las madres.

Cuando el juicio que hacen proviene del recuerdo del semen fermentado por rencores, que más que una entrega de "amor" fue un marcamiento de territorio, es una situación del todo desleal. Una meada de gato. Por eso tanto dolor, radicado en la confusión de ideas de "algo" que no es otra cosa que ficción.

La vida siempre será una permanente duda y el amor, algo más que una certeza.

Si como mujeres no somos capaces de aceptar a un otro, tal cual, sin más cláusulas o resguardos, expetativas o proyecciones con repecto a una pareja infestada por fantasmas y sombras, es dificil que podamos comenzar a criar con cierta salud.

El asunto es el siguiente:
Al ser más propias, más nuestras, más mismas, las cosas cambiarán. No tendremos que preocuparnos y parapetarnos en los otros. Así el costo fuera que los niños tuvieran que llegar al mundo gracias al levantamiento de la restricción de investigar con celulas madres, realizado por Obama.

ÚTEROS LIBRES PARA EL DESEMPEÑO LIBRE DEL SER HUMANO
el alma no tiene sexo ni género
no nos autocondenemos a nada
no victimicemos más a las mujeres
NO A LAS FIGURAS MARIANAS
NO A LOS RICTUS INDULGENTES Y CULPÓGENOS
y acuerdense

nada es natural