miércoles, 4 de marzo de 2009

Farreandose el destino... Aquí alguien no quiere ser ninguna weá...Cape nane tene yo

Y no es solamente que uno quiera ser millonario, en un país en donde la mierda es una materia prima apetecida por turbas insondables. No es solamente que uno crea en el azar y en las vueltas de la vida. No. No es solo que el pastiche cultural te haya hecho vivir y soñar dentro de un mandala toda tu modesta existencia. No. ni siquiera es el arrebato de un amor imposible que urge derramarse con goterones desaforados, capaces de horadar piedras ancestrales. Es todo eso y algo más. Es el apriori. La runa vacía y preñada. La corazonada. El nudo en el estómago que palpita justo debajo del ombligo. Es el inevitable giro planetario. El reloj que avanza sin época. Es la genuina muerte que te dice: está hecho.
Con las maneras de un cliché, la pelicula hollywoodense encuentra en la franquicia de moda, en el destino de moda y en el género universalmente de moda: el culebrón romántico, delicia de los poblares tercermundistas, el éxito descollante y sin lugar a dudas, que nos hace reencontrarnos con una olvidada y desprestigiada unión con lo inasible. Con el oraculo en donde todo está escrito.

Muy pocas veces sentimos esa concretitud. muy pocas veces sentimos que los sueños son cercados por las paredes de un edificio sólido. El presente vertiginoso y las oportunidades que se agolpan como "tramite en corte" bajo mi puerta, obstruyen la confianza en un devenir cósmico, esa persecución por sécula, insoslayable.

Una vez estuve enamorada. Y no era yo quién lo decía. No era yo la que me sentenciaba a esa castastrofe del yo. No era mi deseo, pues él estaba en tensión, encontrandose más con la muerte que con la vida.

Escapé, como se estila en estos casos, todo lo que pude, y como también determina la tradición, un macho cabrío me ayudó para evadir las anotaciones imperecederas. Hizo las veces de estado protector y puso todo el empeño en asegurar que todo proyecto de continuar con la predestinación se viera opacado por el hostigamiento y la violencia. Amenazas en la esquina de mi casa, siempre pusilánimes y nada más que como ligera advertencia. Se trataba de mí, no de una reina de belleza. La confusión hizo el resto, el machismo otro tanto, las oportunidades, las ex-esposas, los recuerdos y las fantasías, hasta despistar a las letras, para reorganizarlas como si fueran un dócil ejercito de hormigas. Así fue como cada letra se hizo cada vez más criptica. Y no eran ni preguntas ni respuestas, sino poemas en código I-ching.

Así el azar se hizo cargo, como las loterias se hacen cargo de la mala distribución de los paises explotados. Y cada día hasta hoy, me levanto confundida y ahogada, con el mal del siglo XX, que no pasa ni por un segundo. El pánico me atrapa sin la necesidad de viaje en micro alguna, y las corazonadas son aplacadas ahora con calmantes comprados en cualquiera de la docena de farmacias que me rodea.

Empero el destino me mira y me sonrie, me cuenta que es el destino y nada más. Que no me urja ni mire a los costados. que no busque más, que no huya. que me resigne y vea pasar los días con la misma desesperación, pero resignada. haciendo comulgar cada pulsión en un delirio continuo y sin freno. Me repite: no te asustes, porque esto es así. Me dice que no luche, porque es en vano. Que las cosas más mejores no sucedieron ni van a suceder. Porque está escrito y no hay vuelta que darle.