sábado, 13 de junio de 2009

“La lucha no ha hecho más que empezar; siempre está recién empezando”



La sensibilidad está alta. Hasta la camiseta del Rangers resulta sospechosa. Schilling, no me refiero al sapo máximo de la ANI, sino al fiscal metropolitano, que al igual que el primero a comienzo de los 90, se encuentra escudriñando entre los “lombrosianos” (alusivo al criminólogo antianarquista, socialista y espiritista italiano, Cesare Lombroso) no ha pegado pestaña para acabar con los bombazos y la amenaza de palestinos criollos, que van hasta las últimas consecuencias, con el afán de tener un espacio digno donde poder desarrollarse a libre albedrío. Lamentablemente para el fiscal metropolitano Mario Schilling, estará plagado de enemigos que lo dejarán insomne quizás por cuantos centenares de noches, pues los luchadores en contra de un estado excluyente y depredador, se están multiplicando de manera microbiana, y con todo el ímpetu de una violenta infección radicada en la injusticia.

El separatismo, la integración, la descentralización, la nacionalización, son conceptos que se vienen extendiendo con más fuerza y no son privativos de estos sujetos “altamente peligrosos”, pues hasta los ciudadanos más republicanos están firmemente convencidos de que el poder céntrico no es nada más que un abuso. Es por eso que cada día expresiones que otrora eran “terroristas” se van viendo en el diario acontecer.

ANDHA CHILE es un ejemplo de lucha creativa y sin tregua, que asombrosamente, a pesar del impacto y la justicia de sus peticiones, no ha tenido un resultado a la altura. Organizados al nivel de filtrarse en la cuenta pública de un 21 de mayo, o de tomarse las riberas del Mapocho, con una utilización de este espacio que tiene ribetes de acción de arte, son muestra de los botones de una preciosa guirnalda libertaria.

Situaciones intolerables como la que viven los deudores habitacionales, que han tenido que pagar varias veces “el sueño de la casa propia”, confeccionado con mediocridad usurera por empresas como COPEVA, célebre por su chantería y carerrajismo, los han movilizado necesariamente, no solo por una cuestión economicista, como los sindicatos de funcionarios públicos y sus reivindicaciones que no pasan de lo meramente monetario, sino por un cambio en las relaciones de la gran empresa, el asistencialismo gubernativo y los supuestos “súbditos”, que ya están aburridos de sufrir de esta condición.

También podemos ver a los ciudadanos de la Región de Atacama, que históricamente han sugerido, incluso por vías armadas bajo la conducción de Pedro León Gallo, la descentralización del poderío institucional, que se apodera de las riquezas regionales sin dejar absolutamente nada en el sitio de donde son extraídas las materias primas. Al erario público se va todo, y cada lugar de Chile, este país de nombre absurdo, solo coherente con su forma de hacer las cosas, se ve despojado de los beneficios de su actividad productiva.

Los puertos, las fábricas, los minerales, la producción agrícola, todo a Santiago, para ser absorbido por el gran pulpo, que con sus tentáculos, pega garrotazos en el lomo de sus estafados trabajadores.

No se trata de poner Amón gelatina en cada uno de nuestros orificios con la ilusión de quedar en la historia, en total paradoja con el espíritu libertario que busca desenmarañarse de las cadenas generacionales y por fin caerse de la monicaca rama del árbol genealógico, sino que de recuperar el espíritu de Aniceto, la mimesis de su autor, Manuel Rojas, y atrevernos a enarbolar proclamas heroicas, a pedir más allá de lo evidente, a situarnos fuera de los pregoneos de la mercadotecnia y sus amaneradas siglas tales como “SAE”, y recordar que si uno se mete en esto, al igual que Mauricio Andrés Morales Duarte, debe estar dispuesto, como los marinos que se hacen a la mar, a dejar la vida si es necesario.

Elección popular de Intendentes, banderas regionales que no sean “inconstitucionales”, nacionalización de la tierra y el agua, Royalty a todos los productos metálicos y no metálicos, son medidas que sientan la base para la convivencia armónica, en un país en donde la usura, el cuoteo y el abuso de poder tienen el territorio absolutamente ganado. Y recordar, como nos dice Aniceto gracias a la prosa serena , sencilla y honda de Manuel Rojas en “Mejor que el vino”, que: “ La lucha no ha hecho más que empezar; siempre está recién empezando”.