miércoles, 17 de junio de 2009

quieta



Soy un cangrejo ermitaño al que le hace falta su estiercol. un rostro sumergido en la grandiosa fuente de la eterna juventud. estoy grismente impecable, como un un traje de dos piesas.

Bendecida, recién exorcizada. reintegrada a las fauses del equilibrio, en la medianía mirándome los pies.

rehabilitada. ad portas de un dulce comienzo. mirando mis manos blancas impermeabilizadas con guantes de poliuretano beige.

sobrepasando el arrepentimiento y con la culpa carcomida por el olvido, los gatos duermen en mis faldas sonrientes y las aberturas aventureras por debajo, deambulan por las trampas purifcantes.

los gatos se lamen y yo los miro, los miro como miro a los comerciales de jabón para el tocador.

para que el tocador no me toque y el que huele lo haga lejos con su nariz de derechas, me maquillo las muñecas con una carita triste.

estoy expeliendo un aroma aburrido y práctico.estoy tranquila como un foto de las guerras turcas. tranquila y trasquilada por la torpeza de una inquietud dormida.

tranquilamente pegándome con una regla en las manos, silbando una canción de Minerva, esperando pasar a algún extremo para columpiarme en un balancin desvencijado, miro mi abrigo y mis faldas impunes, aún manchadas del oxido y raidas por su fierro.