viernes, 23 de marzo de 2012

La realidad y la verdad



La verdad no es lo mismo que la realidad. Los hechos no tienen la profundidad de las razones que dan curso a lo que en evidencia sucede. Puede parecer irónico ¿Pero no parece ser una parodia esto de estar vivos?

Siempre he creído en que el objeto antecede al deseo y que lo material supedita a la ficción. Que en definitiva los ideales por sí solos no existen, porque siempre son motivados por algo existente, tangible, de facto. Que “el yo pienso, luego existo” es una estupidez. Porque para pensar hay que existir primero que nada. Tener un cerebro, un cuerpo, que sea capaz de posibilitar dicha tarea.

Ustedes pensarán a estas alturas, para qué la paja. Para qué si el tiempo apremia. Si las líneas de esta columna escasean y el jingle es imperativo.

Simplemente porque me parece necesario tenerme a mi misma como aval de lo que pueda decir. Ustedes saben lo que es nacer solo y saber que se morirá solo también.

Ustedes y yo somos cuerpos, que aunque intenten conceptualizarse, venderse, enmarcarse dentro de una ideología, tienen una capacidad material única y perecible.

Que las cifras sean un bastón para aquellos que no pueden sino ganar o perder a modo de estafadores, como las madres que utilizan a sus hijos como razón de vida, es algo que ha dado vida y cuerpo al 9/11, al 27/2, al 8,8, a los 33, al 24.500-03.

Nos hacen creer que la caridad es algo positivo, porque no somos capaces de darnos cuenta, que al igual que trabajar por chauchas, que prestar el culo, que hacer la pata, que mendigar justicia, estamos colaborando con la mentira. Con la construcción de sucedáneos de verdad.

Una forma de salvaguardar la mediocridad de todo discurso insípido, intrascendente, pedestre e inmaterial. El fantasma del miedo a no ser verdad, una entelequia dispuesta a ser derrocada por cualquiera, que infarta a quienes quieren construir el mundo según sus parámetros.

Es ahí donde el número encaja perfecto, haciendo historia, planteando fechas y muertos, estadísticas y gráficos, estimaciones y proyecciones. ÉXITO.

La miseria ha tenido varios managers. La religión, las instituciones gubernamentales, las no gubernamentales, las estrellas del rock, del pop, los escritores de poca monta, los animadores de televisión, los políticos. Porque la miseria es un discurso patético, improbable, maldito. Que no debería existir siquiera, PORQUE NO ES PARTE DE LA VERDAD.

Se basa en las diferencias de clases, en la usura, la explotación, LA MALDAD.

Es una realidad que existan los pobres, pero la verdad es que no deberían existir.

Es una realidad que haya chilenos y chilenas carentes de soluciones habitacionales, de salud, educación y trabajo, pero no es razonable que esto suceda.

Es real que hay gente que gana propinas, que sufre necesidades, que padece de dolores insufribles, pero no es verdad que eso sea parte de la vida.

Es una realidad que hay lisiados, es una realidad que tenemos un estado mediocre, de funcionarios mediocres, y un mundo de gente cobarde, que teme ver la verdad.

La verdad encara un duelo, una pena, un trabajo. Hacer frente a la cobardía, a la pereza, al conformismo. Despertar de la siesta y la modorra para atacar el objeto, la materia codiciada, que aunque enmascarada en la entelequia del dinero, en el concepto de codicia, de usura, de poder, forma parte de todo acceso al deseo mezquino de realidad.

Es real que hay niños que sufren y se arrastran, pero la verdad es que la religión, las instituciones gubernamentales, las no gubernamentales y las privadas, las estrellas del rock, del pop, los escritores de poca monta, los animadores de televisión y los políticos capitalizan el dolor de todos ellos para hacerse ricos y famosos.