Tal cual, ni mucho más ni mucho menos. El Ministro Pablo
Longueira, que confesara ser visitado por
Jaime Guzmán, el eunuco paridor del gremialismo y males tan agudos como
las Constitución chilena, en una entrevista sobre el litio realizada por
jóvenes estudiantes de la Cátedra Economía II, de Administración Pública de la
Universidad de Valparaíso, soltó una frase de de alto calibre: “No estamos
entregando un contrato para que se explote “ese” yacimiento; estamos vendiendo
Chile”.
El controvertido Ministro de Economía Pablo Longueira,
conocido por impulsar la Ley de Pesca, o “Ley Longueira”, que según los pescadores artesanales y los
expertos, continúa privatizando el mar en una evidente concentración de estos
recursos dado a que siete familias tienen el derecho de explotación, o por la
intromisión en el fallo contra la
construcción de la termoeléctrica Castilla, al declarar a los medios que se “arriesga el modelo de desarrollo en
Chile”, ahora comienza a dar que hablar en el tema minero.
El Contrato Especial de Operación de Litio (Ceol)
respondió a la oferta de $19.301 millones (US$40,8 millones) por parte de SQM perteneciente
al ex yerno de Augusto Pinochet, Julio Ponce Lerou, y donde el hermano del
actual ministro de Minería, Patricio de Solminihac, trabaja como vicepresidente
ejecutivo, fue razón suficiente para asignarle el derecho del recurso por 20
años con una extracción promedio de 100 mil toneladas de litio metálico.
Lamentablemente para todos ellos, no se pudo cobrar la
herencia del tata malo. Por más empeño que le puso Longueira y el
Subsecretario, Pablo Wagner, recientemente renunciado por esta licitación
fallida, todos sus deseos de que se
vendiera Chile a los amigos para que todo quedara en familia, no fue posible.
¿La razón? Muy fácil.
Durante la dictadura a esta empresa privada pero con
claros lazos con el poder del tirano, se le concedieron varios permisos de
manera irregular, entre ellos de usos de agua de la Dirección General de Aguas,
organismo público dependiente del Ministerio de Obras Públicas (MOP), que
asigna los derechos de aprovechamiento de aguas superficiales y subterráneas,
consagrado en la Constitución de 1980, donde se expresa que no puede intervenir
sobre el uso que el privado haga de un derecho de aprovechamiento de agua ya
asignado.
Por otra parte se le concedieron derechos de explotación
en la Pampa del Tamarugal que también estaban fuera de la norma. Estas dos
situaciones fueron motivo de demanda. El mismo Estado una vez acabada la
dictadura comenzó un litigio que curiosamente solo ahora, que este sector está
en el poder, y gracias a los coreano-japoneses de Posco Consortium —integrado por las empresas
Posco, Mitsui, Daewoo International y Minera Li Energy Spa- sale a la luz
pública.
Es impresionante que habiendo un departamento jurídico en
cada Ministerio se les haya pasado colado este conflicto. Las bases que las
mismas autoridades hicieron “a la medida” de Soquimich, fueron vulneradas en
una negligencia que causó la salida de del alto funcionario.
Es de pensar que el modus operandi de la derecha chilena
ha sido siempre tan espurio y ha estado siempre por sobre la norma, incluso de
la mínima decencia, que no les importó y pensando que como antes, no importaría
demasiado.
Como decía el Inspector J. Lee, Policía de Nova en la
novela de Williams Burroughs “Han vendido el suelo bajo los pies de los que
nunca nacerán. Traidores de todas las almas en todas partes. ¿Necesitan el
nombre de Hassan i Sabbah para sus inmundos negociados? ¿Para vender a los no
nacidos?”.
Porque es eso lo
que uno se pregunta, como si estuviera en el final de los tiempos donde los
pueblos de la Tierra solo esperan el éxodo final hacia otro planeta.
Chile está vendido, no hay mucho más que decir al
respecto. Si no son los foráneos los que nos arrebatan las riquezas por
incapacidad del Estado, es el latifundista quien se hace amo y señor con muy
pocos escrúpulos, lo que es una pena en términos humanos como ciudadanos de
Chile, y aún más en términos medio ambientales.