jueves, 27 de octubre de 2011

Profesores vs. Profesores


El descontento, la rabia, la protesta, el hartazgo, el cansancio, la variación, la reconversión. Hemos llegado a ese punto de maduración en donde el peticionismo ha dado un salto hacia la política pura y dura, incluso de aquellos que no teniendo un leguaje de masas ni de consenso, han decidido la acción violenta, en donde hasta el movimiento Indignados queda chico, pues ellos se amurran y se quedan a vivir en un lugar público esperando que algo cambie, mientras están sentados.

Acá la cosa ha sido seria. Los representantes ya se han ido a las Europas, a funar la imagen país, la gobernabilidad, los ranking de macroeconomía, para dejar en claro que el tema de la educación corresponde a una crisis multifactorial, de una nación vendida, ni siquiera al mejor postor, sino por negociados en donde la usura y la mala leche proveniente de una crianza en las Universidades de Chicago, ha hecho bien su trabajo.

Ahora también se han sumado, de una forma más edulcorada, los New York boys, cuarentones expansivos, que entienden el Estado como la administración de la pobreza, y les interesa de todas formas generar ganancias, para asegurar prosperidad en un futuro inexistente, a costa de políticas públicas con restricciones impresionantes en el gasto.

Estos dos entes, son los patrones de comportamiento político en Chile, hasta ahora. Mientras unos juegan por el bando de los empresarios, los otros aún diciendo que no son de la misma camada, apoyan esta situación, y la profundizan al negarse a invertir dentro del terruño.

Más gringos que los gringos, han impuesto un modelo de “éxito” personal e intransferible que ha estimulado el diseño de mallas curriculares en Universidades chilenas que intentan reproducir infinitamente el modelo enseñado a estos próceres de la patria 2.0. que van desde sus negocios personales y legitimas aspiraciones, hacia sus decanatos en alguna Facultad, ampliando el FUA nacional.

Estos profesores del seudo-neoliberalismo, no se esperaban que unos chiquillos, que son tantos, se dieran cuenta y no sólo eso, sino que salieran del aula a la calle y seriamente originaran una ofensiva, un estallido social, una lucha de clases entre este 99% y ese 1% de los dueños de Chile que le hicieron un huequito a los “meritócratas” que tanto se han esforzado por democratizar, o flaitear, en diarios, programas como T0, carteras ministeriales y auditorios, los valores del mercado.

Ahora es cierto, los jóvenes han hecho buena parte en esta batalla por la igualdad cultural y económica, pero falta una pata realmente importante.

La de los profesores de enseñanza básica y media, los de 44 horas semanales y 45 alumnos en la sala de clases, aquellos que hace muy poco salían a la calle exclusivamente por el bono SAE, o alguna reivindicación de un par de monedas, siendo vistos por varios como simples “gana panes”.

En ellos, en resumidas cuentas, recae la responsabilidad de radicalizar y enraizar el cambio. Porque estos profesores, que obligadamente han caído en decadencia, son los que se han trasformado en la carne de cañón de un sistema que no permite las ideas propias. Donde se exige ser un alumno, es decir, un ente sin luz, que recibe enseñanzas de un profesor que también es un alumno, y uno bueno, porque sólo enseña lo que dicen los planes y programas gubernamentales, o las instituciones privadas o religiosas.

Así los verdaderos pedagogos, los Carlos Peña, los Joaquín Lavín, los Patricio Navia, los Andrés Velasco, los José Piñera, y tantos otros filósofos y pitonisos de la economía, tienen carne fresca, siempre educada bajo el manto de una ignorancia dirigida, una vez que llegan a la gran panacea: La Universidad. De esta forma aseguran un público infantil, tierno, verde, necesario para las vacas sagradas que rumian eternamente contenidos intragables para un ser humano integro y pensante.

Es por eso profesores de Chile, hagan su aporte en la clase. Investiguen materias vetadas y solapadas por los discursos del poder, hagan la verdadera revolución del conocimiento. Ciertamente ganarán lo mismo en el corto plazo, pero estarán creando personas que no dejarán que siga extendiéndose el cáncer del beneplácito a esa supuesta sabiduría de quienes sienten que el mundo está en sus manos.

Esa es en esencia la buena educación que podrá brindar para que usted no siga sufriendo el flagelo de los maestros de la mala educación, una que tiene a la sociedad mundial sumida en la desesperación y la visión cortoplacista del consumo.